Capítulo 20: Vida Perfecta

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Capítulo 20: Vida Perfecta

DIONISIO PARKER

Joder, ya eran las 11:32 pm y mi hija Emiliana no había entrado por esa maldita puerta, me cansé de llamar, enviar mensajes, la ansiedad de ir a la policía y denunciar su desaparición para que iniciaran una búsqueda empezaba a carcomerme la cabeza, el temor de que a ella le sucediera lo que le sucedió a mi hijo Sebastian...

Cerré los ojos, no quería pensar en eso, pero tampoco podía estar tranquilo.

A la mierda.

Tomé la chaqueta, las llaves de mi auto y abrí la puerta para buscarla alrededor de la ciudad, de seguro que andaba con esos amiguitos de ella que tanto me enfurecían, porque era un grupo de amigos que solo les gustaba beber, fumar y se notaba que no tenían ningún buen futuro, ¿cómo podría cambiar su vida? Si ya la había metido en 3 institutos diferentes y terminaba juntándose con la misma clase de personas problemáticas.

Joder, sabía que ese cuento de que iba a ir con una de sus amigas a estudiar era mentira.

Ella estaba castigada, no tenía permiso de salir.

Cuando me monté en mi auto, vi por el retrovisor unas luces altas de otro auto que se estacionó enfrente de la casa y ese cabello apenas creciente rubio.

Había llegado, para mi alivio, pero con un hombre, así que me bajé enfurecido al ver como se estaba besando con ese chico dentro del auto. Maldición, la vida no te prepara para ver este tipo de cosas por parte de tus hijos.

Le di un golpe al viejo capo del Cadillac Eldorado Biarritz tan fuerte que los sobresalté y ellos se separaron como un panal de abejas que se agita por una tormenta. Se bajaron del auto, Emiliana se veía bien, estaba a salvo, cambié la mirada al chico lleno de tatuajes, piercings y cabello tipo afro.

—¿Qué se supone que es esto, Emilia? —solté mirándola otra vez, su maquillaje estaba corrido, su labial también estaba cubriendo parte de toda su cara, mi hija era un evidente desastre.

—Señor... —empezó a decir el chico de cabello tipo afro.

—Señor una mierda —lo interrumpí y me le acerqué señalándolo con un dedo—, más te vale que no te le acerques a mi hija si no quieres que te pegue dos tiros a la cabeza.

El chico pareció palidecer, pero Emiliana giró los ojos diciendo:

—Ni siquiera tienes pistola, papá.

La miré a ella.

—Tú metete a la casa que estás castigada. —solté enojado.

—Es que se espichó un neumático —empezó a explicar Emiliana, pero estaba muy enojado como para escuchar su explicación.

—Métete a la casa ¡AHORA! —ordené en un grito sintiendo mi rostro rojo.

Emiliana se sobresaltó y se metió rápidamente a la casa. Al menos estaba a salvo. Me voltee hacia el chico, él me miraba con incertidumbre.

—¿Le diste algo para consumir? —pregunté analizando su expresión, se mantuvo temeroso y negó con la cabeza.

—No, señor. Lo juro. —respondió.

Tomé una profunda respiración, lo miré entrecerrando los ojos y continué preguntando:

—¿Se están protegiendo?

—No señor, no la toqué se lo juro —respondió—, mi hermana me pidió traerla y luego ella se me aventó encima pero le juro que no me gusta.

Encima me decía que mi hija era una aventada, pero me dio alivio saber que no andaba follando con cualquier loco de la calle... al menos hasta donde sabía.

Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora