PRÓLOGO

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PRÓLOGO

10 minutos de atraso.

Solté un suspiro, no sabía si en realidad este hombre me había dejado plantada en esta cita a ciegas, así que tomé mi bolso para irme. Se suponía que era un supuesto empresario de buena familia, pero que se atrasara tanto ya no era nada agradable.

Eché la silla hacia atrás, pero cuando iba a levantarme para irme, alguien se colocó frente a mí, su aroma inundó mis sentidos, su mera presencia siendo muy notable cuando escuché:

—Buenas noche, ¿Mildred Hot?

Alcé la cabeza al notar que era muy alto y... me quedé en shock al ver sus ojos color miel enmarcados en unas espesas pestañas, su atractivo rostro de nariz griega y labios rellenos sonrosados siento todo un imán de seducción, pero no fue su increíble belleza la que me dejó pasmada, sino que este hombre... era más de lo que esperaba.

¿Pero en qué me he metido?

—Halt, Mildred Halt. —dije pestañeando un par de veces saliendo de inesperada impresión.

Lo peor del caso era que a él pareció divertirle eso, como si gozara cada vez que una mujer se quedaba deslumbrada por su belleza.

—Yo soy, Dionisio Parker. —dijo alzando la mano para estrechar la mía, su toque era firme, fuerte, uhm, vaya, si este hombre aceptaba mi proposición esto iba a ser bastante entretenido.

—Sí, lo sé —dije, sabiendo que él exactamente como la foto que vi, no iba a mentir, creí que era un filtro, que estaba retocado, pero no era así, este hombre estaba bien guapo, estaba vestido con un traje color crema, en sus nudillos se asomaba la tinta de unos tatuajes.

Vaya, ¿pero qué estaba ocurriendo conmigo? ¿desde cuando un hombre... me atraía?

Él me sonrió cuando soltamos nuestras manos y se sentó en la silla libre del otro lado de la mesa, una sonrisa discreta y tranquila que no mostraba sus dientes pareciendo serio y a la vez amable, como si estuviera sereno, confiado, olía muy bien.

Me gustaba, tal vez... más de lo necesario.

Tragué pesadamente saliva y volví a tomar asiento, cuando busqué esta cita con un hombre de buenos genes como lo era Dionisio Parker no me imaginé que fuera más de lo que me imaginaba.

—Disculpe la hora señorita Halt —dijo Dionisio, su voz profunda—, tuve un inconveniente con mi hija.

Oh, es que tenía hijos... entonces sabía que podía hacer hijos sin problemas.

Era hora de iniciar el plan de arruinar esta cita a ver como era su carácter y temperamento, más allá de su cara bonita, quería ver como reaccionaba y qué guardaba dentro de sí mismo.

Hora de entrar en el personaje que cree.

Me eché hacia atrás en la silla y coloqué mi mejor cara de asco.

—¿Tiene hijos? —repetí llevando una mano a mi pecho alzando una ceja con desdén.

—Sí. —dijo enfocando toda su atención en mí, sus ojos miel por medio segundo me absorbieron porque desprendía poder.

Tenía que evitar mirarlo a los ojos de lo contrario me iba a desconcentrar.

—Uy, que mal —solté con mi mejor cara de asco.

Él frunció débilmente el ceño.

—¿No te gustan los niños? —preguntó.

—Uy. —me reí con odiosidad echándome hacia adelante y dije:— Obvio que no, odio a los niños, no me gusta cambiar pañales mucho menos cuando me atormentan y gritan sin parar.

Dionisio entrecerró los ojos un poco, me analizaba con minuciosidad y dijo:

—Ya mi hija es adolescente, pero te comprendo yo también odié esa etapa.

Oh.

Que estuviera de acuerdo no estaba en mis planes.

Hora de usar mi artillería pesada.

Me quité la bufanda revelando mi pronunciado escote del vestido, en este lugar elegante era casi una falta de respeto usar escote, de hecho, el código de vestimenta lo especificaba.

Sus ojos color miel bajaron por medio segundo a mi escote y volvieron a mis ojos preguntando:

—¿Tienes calor?

—Uhm no, solo me encanta mostrar mi cuerpo, por eso pagué tanto por él, te juro que si no tuvieras dinero ni siquiera hubiera salido contigo —solté y me reí a sabiendas de nunca me había hecho una operación.

Él pestañeó un par de veces sin decir nada, esperaba realmente que ya lo estuviera perturbando.

—¿Dinero? Lamento decepcionarte, pero no soy millonario, solo vivo como cualquier persona normal —respondió tranquilamente.

Ambos estábamos en la misma página entonces, era perfecto si él buscaba dinero.

Él pareció de repente algo fastidiado y sacó su teléfono, de seguro le estaba escribiendo a alguien que lo llamara para salir de esta cita.

—¿Ya he colmado tu paciencia? —pregunté, creo que ya había sido suficiente y él ni siquiera pareció perder los estribos, solo mantuvo la calma.

Volvió a mirarme y se encogió de hombros.

—Un poco, es que me pareces extraña —soltó directamente y sin filtros.

Puntos a su favor, me gustaba cada vez más.

—Si supieras que... —dije— quería sacar tu peor lado pero tienes mucha paciencia...

Él me miró y frunció el ceño.

—¿Por qué querías provocarme? —preguntó.

—Para ver como eras —admití.

—Tengo practica, tengo una hija problemática. —explicó.

Alcé una ceja.

—Espero que no la llames así en sus narices, eso los vuelve más problemáticos.

Decir algo desfavorable de sus hijos en sus narices era un arma de doble filo.

—¿En serio? —preguntó.

—Sí.

—¿Como sabes si no tienes hijos? —cuestionó.

—Soy psicóloga —me limité a explicar.

Él alzó ambas cejas en comprensión.

—Oh.

—Escucha —dije ya harta de fingir y queriendo poner las cartas sobre la mesa—, esta cita no es casualidad y probablemente te parezca una locura lo que voy a decirte.

Analicé su expresión, él me miró algo sorprendido y entretenido, de seguro que le parecía una completa demente.

—A ver, suelta —dijo cruzándose de brazos, esa ligera sonrisa adornando sus labios.

Tomé una profunda respiración y dije:

—Necesito que follemos.

Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora