Capítulo 42: La luna de Miel

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Capítulo 42: La luna de Miel

Mildred Halt

Sentí temblar cuando vi a Dionisio quitarse el pantalón, la camisa y quedó tan solo en sus bóxer negros donde la gran erección era más que evidente, se me secó la garganta y se me hizo agua la boca porque por medio instante había olvidado como era que se veía este hombre así de semidesnudo; los tatuajes cubriendo sus brazos y su torso lleno de músculos.

¿Cómo seguir resistiéndome a mi verdadera adicción? ¿cómo seguir evitando este sentimiento tan grande que sentía hasta este hombre? La atracción, la seducción, su manera de mirarme, mimarme y de adorarme con la mirada lo hacía algo completamente irresistible para mí.

Dionisio fijó sus ojos avellanas en mí cuando se subió sobre la cama separándome las piernas en el proceso, sus manos en mis muslos subiendo mi vestido al mismo tiempo que lo hacía él por mi cuerpo, cuando estuvimos frente a frente, terminó de sacarme el vestido por la cabeza y alcé los brazos para que terminara de quitármelo, ahora me encontrada solamente en mis tacones y mis bragas.

¿Por qué me sentía tan intimidada?

Su mirada fija en mis ojos, parecía saber exactamente lo que quería y eso era yo.

Se inclinó y sin decir nada me besó, su boca expresando su intensidad y posesividad sobre mí, dejándome sin aliento, mis manos en su espalda cuando su lengua jugó con la mía haciéndome gemir en el momento que se inclinó y la dureza de su miembro bajo el bóxer chocó contra mis bragas; tentándome. Su boca bajó por mi cuello y luego hacia mis pechos, su lengua moviéndose sobre mis pezones antes de seguir bajando hasta el medio de mis piernas, tomándome de los laterales de las bragas para deslizarlas por mis piernas dejándome ahora solamente vestida con mis tacones. Sus ojos avellanas se alzaron hacia mí con una leve sonrisa cuando me tomó de los glúteos y entonces su cabeza se hundió justo en el medio de mis piernas, su lengua caliente deslizándose entre mis labios inferiores, lamiéndome, saboreándome sin ningún tipo de piedad, cuando metió sus dedos si apartar su boca puse los ojos en blanco.

Sentía que no podía quedarme quita con sus dedos saliendo y entrando de mí, mis caderas moviéndose contra él, me aguanté de los laterales de la sábanas a mis costados y me arquee sin poder contenerme más cuando el calor intenso inundó mi vientre y se extendió por el resto de mi cuerpo en una intensa sensación que me llevó al éxtasis de mi primer orgasmo.

Mi cuerpo teniendo leves convulsiones, mis piernas temblorosas para cuando Dionisio se levantó para quitarse su ropa interior, me mordí los labios y me levanté como un resorte, él me miró ligeramente asombrado cuando me arrodillé frente a él sin que nadie me mandara, pero verlo completamente erecto me hizo sentir poderosa, aún más cuando lo tomé en mi mano sintiéndolo completamente caliente, la venas se le marcaban, me incliné y pasé la lengua por su glande alzando la vista hacia él, capturada por la gloriosa vista de sus dientes mordiendo su labio inferior y sus ojos avellanas completamente oscurecidos. 

Empecé a mover la cabeza hacia adelante y atrás chupándolo y moviendo la lengua al final disfrutando de como se estremecía por lo que yo le estaba haciendo, sus labios se entreabrieron mientras soltaba ligeros jadeos, sus manos en mi cabello para que no me estorbara mientras sus caderas se movían contra mí para que me lo metiera más profundo hasta que finalmente me tomó por los hombros para que me detuviera, me levanté con su ayuda y me volvió a besar mientras retrocedía a la cama, yo lo empujé por el hombro incitándolo a que se sentara, él me miró con una leve sonrisa pero aún así sin responder me obedeció sentándose en la cama, yo me senté encima de él separando mis piernas para colocarlas a cada lado de sus caderas.

Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora