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Canción recomendada:

🎵Say Yes To Heaven — Lana Del Rey🎵

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Witchers hunt.

Se sabe desde hace mucho tiempo sobre el odio y repulsión hacia ciertas personas con habilidades, con características diferentes. ¿Un claro ejemplo? Las brujas.

En las caricaturas, nos pintaban como brujas feas y horrorosas, con piel color verduzco y narices puntiagudas, con risas espantosas que te erizan la piel, siendo las malas y villanas de las historias. En realidad, no éramos así. Éramos personas normales que podíamos camuflarnos entre todas las personas, pero tristemente, la sociedad seguía teniendo ese prejuicio hacia los de mi clase.

Mi abuela, con quien me crié, solía decirme que no saliera fuera de los límites del bosque. Decía que había gente peligrosa que se dedicaba a buscarnos para terminar con nosotros.

—Son gente mala, mi niña —me decía acariciando mi cabello largo y oscuro como la noche, al igual que mis ojos completamente negros —, es mejor no buscarles la mirada. Para ellos somos una amenaza.

Siempre analicé esas palabras, las repetía en mi mente una y otra vez, provocando que la curiosidad en mi creciera. Algún día, me gustaría ver a los humanos y así, podría creer todo lo que me contaba la abuela.

Vivíamos muy adentro del bosque, en una cabaña modernizada de madera oscura, con un pequeño huerto que nos alimentaba cada día y a unos metros, una pequeña granja donde obteníamos algunos productos como leche y huevos. Lo básico para sobrevivir de manera tranquila y segura, lejos de la humanidad.

Pero un día, uno de nuestras vacas había caído enferma y la abuela me había pedido ir en búsqueda de una planta en específico para poder crear una medicina y curarla.

—Solo ten cuidado —advirtió pasando sus manos sobre sus rodillas adoloridas —, está casi al final del bosque. Ten cuidado...

—Con los humanos —terminé su oración rodando los ojos sin que me viera —. Lo tendré, Mina.

—Ve con cuidado —volvió a decir con preocupación —, cuando vuelvas, dejaré que tú lo hagas —animó y sentí algo raro en sus palabras, pero no podía descifrarlo.

Una vez en camino, pensé en sus palabras y en su forma de tratar de convencerme que regresara lo más pronto posible, porque ella me conocía tan bien y sabía que me entretendría buscando alguna señal de humanos al límite del bosque.

Estuve vagando buscando la planta que había recordado su nombre y recogí algunas más para tenerlas en casa por cualquier cosa que se ofreciera.

—Estas ayudan con el dolor articular —repasé en mi mente recogiendo unas hojas verdes —, estas son para mejorar la digestión... —me detuve al ver algo extraño entre las plantas.

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