Woozi.

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Woozi. 

La inspiración en mí había desaparecido desde que sacamos el último disco. La empresa me había pedido que me apresurara en escribir las seis canciones que sacaríamos en el siguiente comeback, pero en mi mente no había nada. Estaba vacío. 

Busqué inspiración en canciones, en películas, en libros, pero no la encontré. Salí a pasear por las montañas que ofrecía Corea, pero no conseguí nada. Visité Busan por un fin de semana esperando que, si pasaba tiempo con mi familia, la inspiración volvería a mí, pero no lo hizo y regresé a Seúl derrotado. 

—¿Y si pruebas alcoholizándote? —sugirió SeokMin mirándome con preocupación al ver que no había podido escribir nada —, el alcohol sirve para sacar todo. 

—Quiero escribir, no vomitar —dije con obviedad —, sabes que el alcohol no va conmigo. 

Pero esa idea quedó vagando por mi mente, ¿será posible que el alcohol me ayude? 

En medio de la desesperación decidí ir a un bar para probar alguna bebida y me ayudara a relajarme, o vomitar, lo que llegara primero. Al entrar estaba casi vacío y esperaba que nadie me reconociera, me aseguré de alejarme del alboroto de la ciudad hasta encontrar este pequeño lugar. 

Tomé asiento y ordené una cerveza, el mesero asintió y de inmediato la colocó frente a mí sin la tapa metálica. Observé las gotas de agua resbalarse por el vidrio y reí icónico al ver como eso fluía mejor que mis ideas. Le di un sorbo y sentí el sabor amargo de la bebida, pero debía confesar que últimamente me sentía de esa manera. Amargo. 

Sentía que mi trabajo no era lo suficientemente bueno para la empresa, ni para las ventas ni para los chicos. Comenzaba a presionarme aún más en tratar de ser perfecto con las canciones, queriendo llegar a un éxito mundial, pero simplemente no podía llegar a ese nivel. Las ventas no aumentaban como quisiese o como la empresa lo esperaba y cada vez me exigían en producir una canción que de verdad valga la pena. 

Aunque los chicos me decían lo contrario, ese comentario no me hundía por completo, pero si me dejaba pensando cada noche. ¿Soy lo suficientemente bueno? 

¿Mis canciones de verdad son buenas? 

Siento que estoy defraudando a las fans que esperan mucho más de mí y aquello me hacía sentirme terrible después de estar más de diez años en este ámbito. He aprendido de los mejores productores de Corea del Sur e incluso de los más famosos en Estados Unidos, ¿qué me está pasando? 

Mis pensamientos se vieron interrumpidos al ver que alguien había entrado al lugar con un caminar peculiar y la emoción en sus pasos me hicieron mirarla de reojo. Noté algunos adornos que colgaban de su mochila, pero no alcanzaba a ver de qué eran. Se sentó a unas mesas alejadas de mí y colocó su computadora portátil sobre la mesa, le sonrió al mesero al que parecía ya conocerlo y le dijo que pediría lo mismo de siempre. 

Aquel chico colocó un vaso de Coca-Cola con hielos a su lado y le agradeció enseñándome su perfil. Levantó la pantalla de la computadora y abrí mis ojos sorprendido al reconocer la fotografía del grupo al que pertenecía. Desbloqueó el aparato y el otro fondo de pantalla era una edición de nosotros. 

—Es Carat —murmuré muy bajo, solo para mí. Sintiendo un poco de orgullo al vernos ahí. 

Ella tomó sus audífonos y continué mirando qué hacía en su computadora, abrió la aplicación de música y noté que le había dado al botón de reproducción de una playlist de nosotros. 

Comenzó a mover la cabeza al ritmo de una canción que no supe descifrar cuál era y aquello me causó demasiada intriga. 

—¿Necesitas algo más? —preguntó el mesero y yo miré la cerveza frente a mí, con pena sonreí y le pedí una Coca-Cola, él carcajeó y dijo que la traería en un segundo. 

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