Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
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Ghost.
Tenía un sexto sentido, podía sentir y ver almas que vagaban cerca de mí. Algunas veces, hasta podía hablar con ellos y ayudarlos a terminar con su objetivo en esta vida. Fue así como conocí a SeungKwan. Su historia fue la más trágica que había conocido y recordarla hacía que mi corazón se volviera a romper.
Un día, vagaba por las calles frías llenas de personas que querían llegar a su casa para descansar después de un día duro de trabajo. Yo buscaba no llegar a casa porque había algunas almas que me buscaban para ayudarlos a comunicarse con sus seres queridos. Siempre me mostraba dispuesta a ayudarlos, pero ese día simplemente no me apetecía hacerlo. Quería unos momentos para mi sola.
Al llegar a la estación de autobuses, me senté en la banca a esperar el que me llevaría a casa o lo dejaría pasar buscando más tiempo para así no llegar a casa. Algo llamó mi atención y noté una silueta en la orilla de la acera, mirando atentamente al frente y sus ojos iban y venían, siguiendo cada automóvil que pasaba sobre la calle.
Supe de inmediato que se trataba de un alma que parecía perdida. Podía identificarlo ya que, las almas usualmente tenían una apariencia pálida y les hacía falta color en todo su "cuerpo". Suspiré al sentir que esa alma se encontraba en un gran conflicto debido a la seriedad de su rostro y la manera en que se balanceaba, como si estuviera decidiendo aventarse o no, a la calle. Mi parte más bondadosa no lo dejaría ahí solo, así que me acerqué a él y me coloqué a su lado y fingí que esperaba que el semáforo se volviera rojo.
Él me miró de reojo pensando en que no lo había notado, pero su rostro se sorprendió cuando vio que le sonreí, conectando nuestras miradas. Confundido, miró hacia atrás pensando en que le sonreía a alguien más y cuando regresó su vista hacia mi, volví a sonreírle.
—¿Puedes verme? —preguntó incrédulo y yo asentí —. No, no es cierto. Estoy alucinando.
—No puedes alucinar si estás muerto —le dije y él cubrió su boca tratando de esconder su asombro.
—¿Cómo...?
—¿Cómo sé que estás muerto? —terminé su pregunta y no dejé que respondiera —, sé que moriste, pero no sé de qué manera fue el final trágico de tu vida. No tienes un color normal como los demás —miré al frente cuando noté personas caminar a nuestro alrededor.
