The8.

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Canción recomendada:

🎵 An Art Gallery Could Never Be As Unique As You — MRLD 🎵

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Por fin había cumplido mi mayor sueño

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Por fin había cumplido mi mayor sueño. Cuando comencé a estudiar chino, jamás creí tener la oportunidad de viajar a China después de certificarme en el idioma.

Llegué a inicios de verano con el objetivo de quedarme a vivir por unos meses buscando adaptarme a la cultura y poder ser aceptada.

Había comenzado a trabajar en una empresa de traducciones y con ello, fui ganando experiencia como traductora profesional.

No conocía a mucha gente, salvo a mis compañeros de trabajo quienes se rehusaban un poco a integrarme a su grupo de amigos debido a mi origen extranjero. Pero eso la verdad a mi no me importaba, yo venía a enfocarme a la cultura y al idioma, no venía a buscar su aprobación.

Todos los días después del trabajo me dedicaba a buscar restaurantes que me enseñara sobre la gastronomía real de ese país que tanto amaba.

A los pocas semanas he haber llegado, encontré un restaurante escondido en uno de los atajos que usaba para llegar a casa las rápido.

—The8's Corner —leí extrañada y me propuse a preguntarle al dueño del local, el significado detrás de ese nombre.

Me adentré al pequeño local que gritaba por todos lados que era un restaurante de comida china, con los típicos colores rojo y dorado por todo el lugar causando más emoción en mí.

—Bienveni... —escuché la voz de un muchacho hablando en chino y cuando bajé la mirada del techo, me sorprendí al ver su rostro atractivo —. Oh... hola —murmuró en inglés avergonzado —, lo siento, mi inglés es malo.

Reí levemente al verlo batallar con ese idioma, agaché la cabeza en forma de reverencia y lo saludé en chino.

—Espera, ¿qué? —preguntó confundido al entenderme.

—Puedo hablar chino —le aseguré y el me regaló una sonrisa a apenada —. Oh, apenas son las dos —miré el horario pegado en la pared, donde explicaba que la comida comenzaba a servirse después de las tres.

—Puedes esperar ahí —señaló una mesa en la esquina —, no tardaremos en terminar todo.

—Está bien —le sonreí agradecida y tomé asiento para admirar la caligrafía plasmada en la pared detrás mío.

El muchacho atractivo se acercó a la mesa para dejar una jarra llena de agua y un pequeño vaso de cerámica.

—Gracias.

—Este es el menú —dejó unas hojas sobre la mesa y me miró nervioso —. En un momento vendré a tomarte la orden.

Lo miré irse y dejé pasar el momento de confusión. Leí con paciencia todo el menú, saboreando cada platillo en mi mente.

Pronto el lugar comenzó a llenarse de gente y el olor a comida de hizo presente en todo el restaurante.

—Aquí está —el muchacho colocó un plato frente a mi y sentí mi boca salivar —, está caliente, cuidado.

Con cada bocado que metía a mi boca, sentía ella explosión de sabor del platillo y supe que este restaurante se convertiría en mi favorito.

—¿Te gustó? —preguntó el muchacho parado junto a mí.

—Me encantó —fui honesta y noté oks sonrisa orgullosa en su rostro.

—¿Puedo preguntar algo?

—Claro —dije y con su mano señaló la silla frente a mi, pidiendo permiso para sentarse. Asentí y observé la delicadeza de sus movimientos —. Puedo notar que no eres de aquí, obviamente.

—Obviamente —repetí —, vine porque conseguí un trabajo como traductora aquí.

—Eso suena genial —comentó —. Estoy impresionado por tu fluidez, ¿cómo es que eres tan buena?

—Tuve un interés en la cultura china desde pequeña y conforme pasaba el tiempo más me adentraba al idioma. Lo estudié y ahora vivo aquí —le respondí divertida al ver su rostro lleno de interés —. ¿Puedo preguntar algo yo? —el asintió —, ¿por qué se llama así? El restaurante.

—Oh... es una historia simple. Mis amigos dicen que yo soy una persona con mucha suerte y aquí el número ocho representa eso —explicó y yo abrí mis labios entendiendo.

—¿Entonces puedo llamarte The8?

—Si tú quieres —sonrío avergonzado —, mi nombre es MingHao.

—Mucho gusto MingHao —saludé y me presenté, diciéndole mi nombre lentamente para que pudiera entenderlo.

—Tienes un nombre complicado —agregó riendo suavemente.

Seguimos platicando del cómo había terminado en su país y lo complicado de vivir como extranjera. Le conté de mis platillos favoritos y él prometió cocinarlos si seguía visitando su restaurante.

De pronto su celular comenzó a sonar con una llamada entrante, se disculpó conmigo y respondió.

—Hyung, ¿qué pasa? —dijo en coreano y me sorprendí al escucharlo hablar en ese idioma —. No, todavía no cierro —me miró de reojo y sonrió de lado —, si es bonita —respondió bajando la voz un poco, como si no quisiera que lo escuchara —, nos vemos en una hora entonces.

Cortó la llamada y dejó el celular sobre la mesa. Entrelazó sus dedos y me miró.

—Parece que tienes que cerrar ya, me iré —me levanté tomando la mochila que había dejado en el asiento a mi lado.

MingHao me miró confundido y se puso de pie.

—Muchas gracias por la comida —dejé el dinero contado sobre la mesa, cerca de su mano recargada.

—¿Cómo es que sabes que tengo que cerrar? —preguntó asombrado.

—Puede que también sepa hablar coreano —guiñé un ojo y su rostro palideció —, gracias por llamarme bonita. Es la primera vez que alguien de aquí me lo dice.

MingHao se sonrojó y bajó la vista tratando de esconderlo. Me acompañó hasta la puerta y de manera entrecortada pidió mi número, lo cual me tomó desprevenida. Accedí y le entregué una tarjeta de presentación con mis datos.

—¿Quieres venir a comer mañana? —preguntó una vez fuera del lugar.

—Me encantaría —sonreí emocionada —, pero lo pagaré. No aceptaré comida gratis, The8.

Él carcajeó y asintió para evitar la discusión que se crearía.

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