MinGyu.

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—¿Iremos a ver a papá? —preguntó el pequeño emocionado mientras caminábamos buscando la dirección que me había mandado por la mañana

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—¿Iremos a ver a papá? —preguntó el pequeño emocionado mientras caminábamos buscando la dirección que me había mandado por la mañana. 

—Así es —le dije mirando al frente, esperando a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar la calle —. ¿Estás emocionado? 

—¡Si! —dio ligeros brincos sobre sus pies —, veré a papá trabajando. 

Sonreí al ver su evidente emoción al ser la primera vez que vería a su padre hacer algo relacionado con su trabajo. Solíamos mantener un bajo perfil con él al ser tan pequeño, nos preocupaba que no pudiera entender lo que sucedía cuando reconocían a su padre por ser un famoso idol, pero todo cambió ayer cuando MinGyu me pidió que lo llevara para que pudiera ver lo que su padre hace día a día. 

MinYeon tiró de mi mano para continuar caminando apresuradamente y llegar lo antes posible al lugar, pero antes pasamos por un restaurante para comprarle algo de comer a MinGyu sabiendo que estuvo una agenda apretada durante el día. 

Al llegar al lugar, MinYeon buscó a su padre con la mirada a través de tantas personas que caminaban a nuestro alrededor. 

—¡Mamá! Mira, ¡es papá! —exclamó señalando la pantalla donde iban saliendo las fotografías. 

—¿MinYeon? —preguntó MinGyu y nuestro pequeño soltó mi mano y corrió cuando vio que su padre se agachó y abrió sus brazos listo para tomarlo. 

—¡Papá! —gritó emocionado abrazando a su padre —, ¡estoy en tu trabajo! —gritó feliz provocando que la gente a su alrededor soltara ruidos de ternura al ver al niño con una gran sonrisa. 

—¿Te gusta? —preguntó cargándolo y él asintió —. Saluda a todos —le pidió y MinYeon inclinó su cabeza saludando carismáticamente a cada persona dentro del lugar —. Él es mi hijo. 

Algunas personas de su staff ya lo sabían, mientras que otras personas abrían sus ojos sorprendidos al recibir esa impactante noticia que habíamos guardado durante cinco años. 

—Hola —dijo MinGyu dirigiéndose a mí con nuestro niño en brazos —. ¿Cómo estás? 

—Bien —respondí sonrojada al sentir tantas miradas sobre mí. 

—Tómate un descanso —indicó el fotógrafo dejando la cámara a un lado y sus ayudantes se dispersaron. 

—Tardaron en llegar —susurró MinGyu preocupado. 

—Te trajimos algo de comer —levanté la bolsa de papel. 

—Sígueme —pidió tendiéndome la mano que tenía libre, mientras que con su otra mano mantenía el peso de MinYeon. 

Caminamos por el pasillo y entramos por la última puerta, donde había un sillón con una pequeña mesa y unas cuantas sillas frente al tocador lleno de maquillaje. 

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