Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
✨Actualizaciones constantes✨
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La triste realidad de la vida es cuando te das cuenta que jamás te verá con otros ojos más allá de algo romántico. Para él, solo significaba una bonita relación amistosa donde compartíamos gustos y pasatiempos, nada más.
Todo comenzó cuando recién comencé a trabajar en su empresa como productora y después de algunas semanas, se me dio la oportunidad de trabajar con él para el próximo proyecto de su banda. Al ser bilingüe, pensaron que sería de mucha ayuda para ayudarlo a traducir sus demos coreanos a inglés, debido a que su siguiente comeback sería totalmente en mi idioma natal.
Al principio pensaba que era alguien difícil de tratar y pareciese que no era totalmente de su agrado, al solo dirigirme algunas cuantas palabras el primer día que comenzamos a trabajar juntos. Los días siguientes nuestra conversación podía durar hasta cinco minutos nada más, cuando me preguntaba si la traducción hecha por él mismo estaba correcta, yo le corregía los mínimos errores que tenía y él solo asentía para volver a enfocarse en su trabajo.
Poco a poco se fue abriendo hacia mí, dejándome ver que no era una persona fría, solamente lo aparentaba al ser tímido e introvertido. Las risas fue el siguiente nivel de confianza que me mostró, con sus carcajadas tiernas y ruidosas cuando lo hacía reír con mis malos chistes en su idioma.
A las pocas semanas parecía que éramos amigos de toda la vida. Todos los días nos juntábamos algunas horas, cuando él tenía libre, para seguir escribiendo y dando ideas para las nuevas canciones que tenía en mente.
—¿Cuándo es el comeback? —le pregunté al ver que quería hacer todo con prisa.
—A final de año —musitó sin despegar su mirada de la pantalla.
—Woozi... —murmuré incrédula —, estamos en marzo, falta un montón.
—Quiero tener todo listo.
Esa era una de las cosas que más me llamaban la atención de él. Su pasión por la música. La facilidad que tenía para concentrarse y acabar escribir una canción en cuestión de minutos, ponerle una melodía y acabarla para el final del día. Acumulando cada vez más, canción tras canción.
—Eres inteligente —decía cada vez que le traducía algo con tanta facilidad al manejar los dos idiomas.
Un día tuve el atrevimiento de comprar comida para los dos, después de haber acordado trabajar durante la noche debido a sus prácticas y ensayos para su próximo concierto. La empresa se encontraba casi vacía cuando caminé por los pasillos en dirección a su estudio.
