Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
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SeungKwan.
Mi vida ha cambiado tanto que a estas alturas ya me desconozco, he perdido motivación de muchas cosas y eso me frustraba cada día. Trataba de mejorar, de ser mejor persona para enseñarles mi mejor lado a las fans y no defraudar al resto de los chicos, pero simplemente no podía.
Mi mente estaba saturada de tanto estrés que no me dejaba vivir bien un solo segundo del día. Me la pasaba lleno de tristeza y desesperación, la ansiedad no me dejaba dormir por las noches. No estaba bien. No estoy bien.
Los chicos trataron de hacer todo lo posible por ayudarme y al final habían decidido ponerme en una pausa del grupo para que yo pudiera arreglar todo aquello que me mortificaba día a día. Ellos sabían perfectamente que el haber tenido que despedirme de mi mejor amigo, me había afectado aún más y me rogaban que les permitiera ayudarme.
Después de un buen tiempo, lo acepté. Dejé que me ayudaran y con un gran dolor en mi corazón, tuve que despedirme por un tiempo de nuestras fans, de las cámaras y los programas de variedades. Despedirme de mi familia y de estar con los chicos. Era por mi bien, debía hacerlo si quería sanar.
Así que empaqué lo esencial y me arriesgué a irme de viaje, solo. Sin nadie a mi lado y con el riesgo de no entender ni una pizca del idioma del país donde me quedaría, pero necesitaba alejarme de lo cotidiano por un tiempo, alejarme de lo que me causaba daño y enfrentar cosas nuevas.
—Buenos días —exclamó la que parecía ser dueña del lugar, hice una reverencia devolviéndole el saludo, pero no respondí nada.
Tomé asiento en una de las esquinas y removí mi gorra con inseguridad, la dejé a un lado cuando vi que no había nadie alrededor que pudiera saber quién era
Observé el menú que estaba en la mesa, lo levanté un poco para poder leerlo y leí cada platillo que el lugar ofrecía, aunque no entendía del todo traté de buscar algo que me gustara, pero sentí una mirada sobre mí que me hizo sentirme un poco incómodo.
Levanté ligeramente mi mirada y me encontré con unos ojos azulados que me miraban directamente, relamí mis labios nervioso al pensar que había descubierto quién era. Una mesera se acercó a ella y la saludó con emoción, pero la chica no despegó sus ojos de mí.
Me sorprendió por un momento ver el azul claro de sus ojos, tan claros como el agua que incluso reflejaban un poco la luz que entraba al restaurante. La mesera se retiró y ella continuó mirándome, pestañeó un par de veces y colocó sus manos sobre la mesa, observé como las movía y me imaginé que hacía eso para entretenerse en lo que llegaba su comida.
