Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
✨Actualizaciones constantes✨
🎵 Something Just Like This — The Chainsmokers, Coldplay 🎵
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Superhero.
Siempre pensé que Lee Chan no era de este mundo, cada vez cruzábamos miradas él desviaba sus ojos en forma de nerviosismo como si intentara esconder algo, y con solo observarlo no podía descifrar lo que era.
Solía evitarme cada vez que quería acercarme a él. A veces tomábamos las mismas clases y se sentaba del otro lado del salón, lejos de mi cuando notaba mi interés por hablarle.
En clases de educación física, evitaba jugar basquetbol con el resto de los estudiantes y podía notar que retenía la fuerza cuando les pasaba la pelota. Cada vez mi curiosidad se agrandaba al ver ese tipo de acciones y el misterio que emanaba.
Un día, caminando de regreso de la escuela por las calles solitarias y que comenzaban a oscurecerse, con los audífonos puestos, me aislé del mundo y no presté atención a nada a mi alrededor.
No hasta que sentí que tomaban mi brazo y me empujaban hacia un callejón sin salida. Me aprisionaron con fuerza contra la pared de concreto y los audífonos cayeron al suelo cuando mi espalda se impactó en ella.
—Coopera y no sufrirás, bonita —murmuró con aliento alcohólico aquella persona que me agarraba con fuerza impidiendo que me moviera —. Sujeta sus manos —le dijo a su cómplice.
Las manos de los dos comenzaron a pasarse por todo lo cuerpo buscando la manera de deshacerse de mi ropa y aprovecharse de mi en lo más oscuro del solitario callejón.
—Por favor —sollocé con miedo y ellos taparon mis labios para evitar que alguien me escuchara y cuando mordí una de sus manos, me proporcionó un golpe en la mejilla y colocaron más fuerza en mi retorciéndome.
—Será por las malas entonces —dijo maliciosamente, sacando una navaja de su bolsillo y en el metal pude ver mi reflejo lleno de lágrimas y miedo.
Inconscientemente cerré los ojos y esperé el impacto contra mi piel, pero nunca llegó. Solamente escuché un quejido por parte del alcohólico número uno y él otro se quedó pasmado.
—¿Qué diablos? —murmuró y antes de poder actuar, observé como una bota se colocó en su pecho y salió impulsado hacia atrás, provocando que yo cayera cuando quitó su presión de mi cuerpo y el peso recayera en mi mano.
