MinGyu.

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Touch

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Touch.

Tenía una habilidad, a lo que muchos decían que era un don, pero yo lo veía como una maldición.

Odiaba ver el futuro de la gente, ver su trágico final o que su cuento de hadas se cumplía mientras yo lo veía con un solo toque. Evitaba tocarlas y estrechar su mano cada vez que se presentaban, pero a veces era imposible cuando tocaban ligeramente mi brazo, con ese pequeño toque en mis ojos pasaba todo su futuro.

Intentaba siempre ver lo bueno, pero había veces en las que me torturaba ver cómo acababan su vida o al forma en que vivían felices. Porque yo nunca pude ver mi futuro.

Había dado por perdido encontrar al amor de mi vida y me dediqué a ayudar a las parejas enamoradas en su búsqueda por tener su boda de ensueños.

Un día como cualquier otro, comencé con mi apretada agenda. Teniendo entrevistas con las parejas que deseaban contratar los servicios como wedding planner, donde me contaban sus ideas para el día más especial de sus vidas. Desde lo más sencillo hasta lo más extravagante, con flores traídas de otra parte del país hasta las flores que ellos leímos cortaban de su jardín. Había de todo tipo de gustos con cada persona que venía conmigo.

La última cita agendada llegó cinco minutos antes y me sorprendió ver a un muchacho atractivo esperando en el pequeño sofá.

—Hola, buenos días —saludé llamando su atención, él se colocó rápidamente de pie y al ver que llevaba las manos ocupadas movió sus dedos para retenerlos en su lugar cuando no pudo estrechar mi mano.

—Hola —dijo enseñándome una pequeña sonrisa, dejándome ver pequeños colmillos adornar sus labios —. La novia no ha llegado...

—Está bien, si gustas pasar y mientras te haré unas preguntas —le dije enseñándole el pasillo que llevaba a mi oficina.

Él me miró inseguro y accedió un poco forzado, caminó detrás de mí y al llegar, se sentó frente a mí. Movió su pierna nerviosamente e inspeccionó el lugar con la mirada.

—Cuéntame un poco, en lo que llega la novia —le pedí tomando un bolígrafo para anotar todo.

—Bueno, creo que quiere colores pastel —murmuró levantando sus cejas ligeramente, hablando con rapidez.

—¿Crees? —pregunté divertida —, ¿tú qué quieres?

—¿Yo? ¿Yo debería escoger los colores? —preguntó confundido.

—El novio también puede escoger detalles de la boda —le dije con obviedad y él carcajeó negando con la cabeza.

—No soy el novio, soy el hermano de la novia —aclaró moviendo sus manos.

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