Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
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Esquizofrenia.
Miré a través de la ventana la nieve caer desde el cielo nublado y gris. El frío inundaba el cuarto, pero a mi no me importaba.
Pronto sería la hora de la medicación, tenía que aprovechar este momento para disfrutar la vista junto con Dino.
—¿Te gusta? —le pregunté observando ahora su perfil y su mandíbula marcada. Su piel un poco pálida y su cabello alborotado.
—Si, me encanta la nieve. Nunca la he sentido —confesó mirando con emoción como los copos se pegaban a la ventana.
—Podemos salir más tarde, ¿te parece? —animé con emoción y noté la gran sonrisa en su rostro, dejándome ver sus dientes.
Se escucharon tres golpes en la puerta, dándome a saber que el doctor había llegado.
—No quiero verlo —me dijo con sus labios fruncidos —, me odia.
—No te odia, Dino. Le caes muy bien —aseguré antes de elevar la voz para que pudiera entrar.
—¿Cómo estás hoy? —preguntó en cuanto entró y me vio sentada en el suelo frente a la ventana.
—Muy bien, doctor Kim. Hoy no tuve ningún episodio —le dije feliz, sintiendo que había progresado mucho desde que llegué.
—¿Ah si? —levantó su ceja al escucharme —, ¿qué hay de tu amigo? ¿Dino?
—Él está aquí —señalé a mi lado, donde él estaba sentado mirando con desaprobación al doctor.
—Está bien —dijo sin mirar a mi amigo —, ¿desde hace cuánto está aquí?
—Desde la mañana, hemos estado viendo la nieve caer —miré la ventana, asegurándome que la nieve seguía cayendo —. Doctor, ¿puedo salir a jugar con Dino a la nieve? Dice que nunca la ha sentido. Yo le dije que es el mejor sentimiento del mundo, correr sobre ella y sentir los copos de nieve sobre tu cabello —dije llena de alegría, imaginándome esa escena.
—Hoy no, pequeña. Mañana, ¿si? Hay que esperar a que la nieve se asiente afuera, no queremos ningún accidente —explicó el doctor y yo asentí, pero de reojo vi el rostro de Dino lleno de molestia.
—¿Me lo promete? Quiero enseñarle a hacer un muñeco de nieve —volví a preguntarle para calmar mi inseguridad.
