Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
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Joshua había insistido en no decirme a dónde me llevaba y al ver su emoción al planear ese viaje espontáneo con una maleta con algunas prendas nada más, decidí no preguntar más y seguir sus órdenes.
Estábamos en Los Ángeles visitando a su familia en las pequeñas vacaciones que le había dado la empresa y yo pensaba que estaríamos únicamente en su ciudad natal, pero hoy por la mañana se levantó muy temprano y comprándome con besos, me subió al auto para emprender un pequeño escape dentro de nuestro viaje.
—¿Sabes que puedo ver los letreros en la carretera, verdad? —pregunté divertida al sospechar a dónde íbamos.
Guardó silencio unos segundos al darse cuenta de mis palabras, sonrió tiernamente y sus ojos desaparecieron.
—Solo ignora esa información —pidió apenado, así que seguí su juego y permanecí con la curiosidad de indagar más sobre su espontáneo plan.
Duramos unas cuatro horas en carretera, escuchando canciones y cantándolas a todo pulmón mientras disfrutábamos de nuestra compañía. Cuando comenzaba a sentir mis piernas acalambradas, habíamos entrado a la gran ciudad llena de turistas y grandes edificios.
—¿Ya puedo saber a qué vinimos a Las Vegas? —pregunté cuando estacionó el auto frente a un lujoso hotel.
—Una escapada de la realidad. Welcome to Las Vegas, babe —alzó sus brazos para enseñarme la vista a nuestro alrededor y después entrelazó sus dedos con los míos para comenzar a caminar a al entrada —. Tenemos una reservación a nombre de Hong —le dijo a la recepcionista.
Ella tecleó unas cosas en la computadora y leyó algo que nos hizo mirarnos con una gran sonrisa emocionada y llena de amabilidad.
"Vaya, que bien hace su trabajo" pensé al no saber el motivo detrás de esa emoción.
—Su suite es la número ciento siete, aquí están dos llaves —colocó un sobre color negro sobre el mostrador —, todo está agendado, así que disfruten su estadía.
Le agradecimos con una sonrisa tomando las llaves y nos alejamos de recepción para ir al elevador que nos llevaría a nuestro piso.
—Esto es demasiado lujoso —le dije a Joshua mirando con impresión lo amplio que era el elevador y la modernidad de los botones.
—Lo mejor para ti —murmuró coqueto, sacando su celular de la bolsa para tomar mi cintura y pegarme a su cuerpo —. Sonríe —pidió apuntando la cámara hacia el espejo y no pude esconder mi gran sonrisa cuando tomó varias fotografías.
