Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos soñar con ellos 🖤.
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MinGyu, JungKook y yo éramos los mejores amigos desde el jardín de infantes, los seguíamos siendo hasta la fecha a pesar de estar en la universidad, manteníamos la misma amistad que inició con una pelea por ganar el columpio en el patio de juegos de la escuela cuando JungKook, por accidente según él, me tiró del columpio y MinGyu como el caballero que siempre ha sido, lo obligó a pedirme disculpas.
Desde entonces hemos sido inseparables. Nuestros padres solían llamarnos los tres mosqueteros porque siempre estábamos juntos, íbamos a la escuela juntos, regresábamos a casa juntos, nos ayudábamos a hacer tarea y a estudiar para los exámenes.
—No sé como le haces para sobrevivir a su lado —comentó Sofía a mi lado mientras miraba hacia el frente.
—¿A qué te refieres? —pregunté terminando de limpiar el mostrador.
—Esos dos bombones —señaló hacia una mesa donde estaban mis dos amigos molestándose uno al otro.
—Nada que ver —dije fingiendo disgusto al verla babear por aquellos dos.
Pero me preguntaba lo mismo cada día de mi vida. ¿Cómo es que de unos niños se convirtieron en muchachos tan atractivos?
Sofia rechistó y caminó hacia la bodega para terminar de guardar las cajas llenas de café que habían llegado. Suspiré para controlar mis manos temblorosas y caminé con el pedido hacia una de las mesas.
—Aquí tiene —le dije amablemente y la señora sonrió agradecida.
Caminé al otro lado y con cuidado dejé la charola sobre la mesa para colocar una taza en frente de cada uno.
—Capuchino con leche de almendra —le dije a MinGyu —, chocolate caliente con bombones —por último le dije a JungKook —. ¿Necesitan algo más?
—Que vengas a sentarte con nosotros. Tu turno ya terminó —se quejó MinGyu levantando su brazo derecho enseñándome su reloj.
—No olvides tu taza —avisó JungKook con su labio superior manchado de chocolate.
—Ya voy, ya voy. Le estaba ayudando a Sofía a terminar de limpiar —expliqué recibiendo la mirada desaprobatoria del mayor —, es dinero extra, Kim.
—Ve —movió su mano para que me fuera.
Regresé a la barra y por educación, le pregunté a Sofía si necesitaba algo más y ella negó diciendo que tenía todo bajo control hasta que el dueño de la cafetería, JeongHan llegara.
