Todo cambio (Cuando me enamoro2)

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Las maripositas en la panza de la castaña estaban haciendo estragos en ella, caminaba de una punta de la habitación que obviamente les habían asignado juntas con su reciente e inesperada esposa al saber que se hospedarian ahí antes del nuevo show.
Fer no estaba, había dicho que se le estaba complicando el salir de casa con la prensa aún molestando allí y la castaña se mordía las uñas al no tener noticias de ella.

Habían pasado nada más que veinticuatro horas desde que se despertaron legalmente casadas y los recuerdos de la noche de su borrachera ya se habían acomodado en la mente de May, luego de recordar todo supo que no podía estar borracha del todo porque no había tomado casi nada.

El borrón seguro se había dado por los nervios y la emoción, con su primer beso le pasaba algo similar, no recordaba el momento exacto en el que los labios de Fernanda chocaron con los suyos pero sabía que había pasado y que le había encantado porque aún se le achinaba la piel de solo pensarlo.

Luego de haberse vuelto a la ciudad donde viven por un par de horas antes de volver a partir para el show de esa noche, habían tenido que empezar a diagramar y organizar sus vidas, ahora no solo eran May y Fer las amigas cantantes del grupo Pandora, las amigas que se acariciaban la mano, la pierna, se abrazaban y todo eso. No, ahora eran May y Fer las esposas que cantaban juntas y tenían que incorporar aquello cosa que no estaba siendo tarea fácil para ninguna.

Mayte había pasado de estar soltera durante años enteros, de tener al amor de su vida a su lado sin poder demostrarle su amor como ella esperaba a haberla besado un par de veces y a estar legalmente casadas. El cambio sería un proceso largo, no eran dos desconocidas que se habían enamorado, tenían pudores, miedos, vergüenzas que ya no eran las mismas que se charlan con una amiga ahora eran una pareja.

Fer tenía pánico a no saber ir más allá, siempre habían estado cómodas en esa relación de amistad tan cercana que no sabía cómo avanzar en lo íntimo, en lo romántico, en el contacto diferente que uno establece con la persona que ama y que a una le produce sensaciones diferentes en el cuerpo.

La morocha estaba acostumbrada al deseo que Mayte provocaba en ella, no era noticia nueva que su cuerpo reaccionase al roce con la otra porque siempre le habia pasado pero antes había un límite. Antes no podía besarla, no podía acariciarla como le gustaría y ahora se sentía un poco pérdida.

¿Mayte la desearía de la misma manera que ella?

No lo sabía y por eso se reprimía cuando estaban juntas, se habían besado seis o siete veces durante el tiempo previo al matrimonio pero hasta ahí, después seguían siendo amigas no había nada hablado, no había habido intenciones por parte de la castaña por ir más allá y ahora... ahora estaban casadas, eran ante el mundo entero un matrimonio.

Fer miraba por la ventana de su casa, de la que aún no pensaba irse porque tampoco habían hablado nada con May, en un mundo ideal todo sería más fácil pero la vida real no era así, en la vida real y de dos adultas tenían que tomar desiciones con respecto a su futuro. Era un cuento de hadas para sus fans y lo entendían pero no habían definido nada. Simplemente habían puesto una firma estando medio borrachas y ahí estaba el después.

¿Convivirian? De ser una respuesta positiva tenian que definir dónde, cómo. ¿Seguirían adelante como pareja o el vínculo sería el mismo de siempre? ¿Qué tanto cambiarían las cosas? Fer solo podía pensar en eso, era como si su mente no dejara de pensar en todo lo que les quedaba por decirse.

¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar Mayte? ¿Realmente la amaba de la misma manera que ella? Se pregunto frenando en seco frente a la ventana del living de su casa. Afuera era imposible salir, estaba abarrotado de periodistas que no habían querido irse hasta no obtener una declaración suya al menos.

Un toque de locura (MayFer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora