Tu amor me desespera

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Los primero acordes de aquella particular canción empezaban a reproducirse por los altavoces del auditorio nacional y la piel de la rubia se erizó automáticamente al saberse sobre el escenario para comenzar a cantarla con la mujer que provoca en ella todo aquello que la canción dice, a su lado.

Mayte cerró los ojos ante las primeras palabras que salieron de su boca como siempre y era paradójica la situación porque cantaba sobre palabras silenciadas y ella estaba haciendo todo lo contrario, le estaba abriendo el corazón sin más a la morocha de ojos grandes que muy en el fondo sabía perfectamente que aquella canción estaba siendo dedicada a ella.

¿Cómo disimular cuando el cuerpo no olvida? La rubia intentaba hacía varios días poder seguir adelante sin que nada de todo lo que había pasado con su negrita volviera a ella pero el cuerpo, la piel y el corazón tienen más memoria de lo que imaginamos y las expresiones no verbales de Mayte la delataron en esa presentación, al menos frente a alguien que la conoce más que a la palma de su mano, Isabel.

La parte del estribillo llegó y aunque en ese lugar había más de diez mil almas, para las dos protagonistas de esta historia solo existían ellas cantándose desde lo más profundo del corazón.
Isabel buscó la mirada de su hermana muchas veces, intentó llamar su atención para que al menos se percatase del público pero Mayte no despegó la mirada de Fernanda durante la canción sino hasta el casi final porque no podria retener las lágrimas y a ella no le gustaba llorar en público y Fer le correspondió durante gran parte de la canción siendo consciente que algo había detrás de todo eso.

Isabel las miró fijamente durante el primer estribillo y luego se alejó de ellas sin que ninguna de las dos se percate de lo mismo. La mayor de las Lascurain se dedicó a escuchar con atención la letra de la canción y volvió a mirarlas en fracción de segundos, no tenía lógica ni explicación posible para que su hermana menor tuviera los ojos brillosos o para que Fernanda esquivara por momentos la mirada de la bajita,si no las conociera aseguraría que algo no andaba bien entre ellas pero le resto importancia y siguió con lo suyo que era cantar.

La morocha sin darse cuenta giro la cabeza en busca de su compañera de trabajo cuando la frase más significativa para Mayte llegó "Tengo una vida para darte
Y este corazón no puede olvidarte" porque si, porque esa rubia le hubiera dado la vida si ella la hubiera aceptado y Fernanda lo sabía, es más, se lo estaba confirmando con la mirada y entonces no pudo sostenerle la mirada, no pudo ver cómo los ojos de la rubia frente a ella se llenaban de lágrimas o como hacía fuerza para que la voz no la traicionara. No podía porque entonces acortaría la poca distancia que las separaba en ese gigante escenario y la besaría como si nada ni nadie existiera a su alrededor, le curaría la herida que había abierto en su corazón solitario con los besos, las caricias y las palabras más hermosas que María Teresa Lascurain merecía y se olvidaria que en casa la esperaba su marido...

¿Cómo le decía que ella si sabía cuánto la amaba porque en su pecho lo sentía igual?
Y fue ahí, en ese pequeño instante en el que sus voces se abrazaron como solo las suyas podían hacerlo, ahí cuando el fraseo fue perfecto, cuando el tiempo fue exacto que el corazón de la morocha le aseguró que estaba tan tragada de la rubia como la rubia lo estaba de ella y se maldijo por haber actuado de impulsiva, por haberla ilusionado y haberle roto el corazón.

Fernanda nunca había odiado a nadie, no se sentía capaz de hacerlo hasta que un nombre se ganó a capa y espada ese odio por haber lastimado tantas veces a su mejor amiga y ese era nada más y nada menos que Manuel Mijares pero esa noche, arriba del escenario del Auditorio Nacional, frente a diez mil almas, al lado de la mujer más maravillosa que jamás había conocido, se sintió igual o peor que aquel hombre mujeriego porque él, él nunca había sabido amarla, nunca se había enamorado de Mayte pero ella aún amándola fue capaz de lastimarla como prometió nunca hacer.

Un toque de locura (MayFer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora