Mi corazón reclama (slndav2)

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¿Cuánto podemos perder por no saber comunicarnos? ¿Cuánto solemos dejar ir por tener miedo a...?

El rimel negro que Mayte no había quitado de sus ojos la noche anterior bajaba por sus mejillas y se mezclaba con el agua llena de espuma de la tina de baño, el celular aún le temblaba en su mano al mismo ritmo que esta lo hacía y se negaba a querer interiorizar lo que las palabras de Fernanda le daban a entender.

¿Un par de horas eran suficiente para que el amor se le diluyera a la morocha? ¿Eso duraba su supuesto enamoramiento? Se cuestionó sin querer hacerse cargo de su parte, esa que simplemente consistía en vestirse con cualquier cosa e ir en busca de la mujer que decía amar aunque de la palabra al hecho hay mucho camino que recorrer.

Porque a veces por más que uno ame con todas sus fuerzas, con toda su humanidad sino se demuestra, si no hay hechos que evidencien aquel sentimiento, es lo mismo que la nada misma. La nada misma... Eso sentía la bajita mientras apagaba el celular y lo apoyaba sobre el borde de la bañera nuevamente, porque quizás eso si duraba su amor.

Lo justo y menos que necesario porque hay personas, hay amores que necesitan un poquito más que lo justo y necesario, necesitan esfuerzo y sacrificio de ambas partes, necesitan que las manos se unan y caminen juntas hasta en los peores momentos y la bajita entonces se lo cuestionó¿Sabría estar en los peores momentos de Fernanda? La morocha le habia demostrado durante toda su vida que allí estaba para ella en todo momento pero ¿y ella?

¿Qué había hecho ella durante todos los años de su amistad? ¿Había sido una buena amiga siquiera? Se cuestionó reflexionando acerca de cada momento difícil que la morocha había pasado en silencio y en el que ella no había estado, reflexionó sobre las veces en las que no supo ni quiso mirar la realidad en la vida de Fernanda, la realidad donde la morocha estaba enamorada de ella y que no lo había notado.

¿Cuántas veces la había lastimado en todos esos años? Se cuestionó recordando que a quienes les contaba sobre sus frustraciones amorosas eran sus dos compañeras de grupo y vida y entonces, cada pieza(como si de un rompe cabezas se tratase) fue encajando en su mente, las evasivas de la morocha por juntarse con ella, las escusas para cenar con las pocas parejas que había tenido a lo largo de su soltería, los silencios raros que Fernanda hacía en determinados temas de las conversaciones. Todo era por ella.

Salió del agua porque ya estaba fria, fría como sus noches solitarias y llenas de anhelos, de deseos y ganas de compartirlas con la mujer que la noche anterior se habia puesto los ovarios dónde debería tenerlos siempre y le había declarado, casi decretado su amor hacia ella y se reprochó haber reaccionado como una estúpida. Ya no tenía la edad para quedarse procesando todo durante tantos minutos.

Se miro al espejo para reclamarse, porque se felicitaba cuando algo hacía bien pero también tenía que reprocharse cuando accionaba de manera erronea aún sin quererlo. El espejo le mostró la imagen del después del final de algo, el final de ¿qué? Se cuestionó secándose las lágrimas traicioneras que se le habían escapado y entonces lo supo, ese tenía que ser el final de su cobardía o de sus posibilidades de ser feliz al lado de alguien que realmente la amaba.

Y entonces su corazón reclamo algo, la reclamo a ella a su lado, en su casa, en su vida, en su alma y quizás en su cama también. Reclamo el aroma tan particularmente suave y característico de María Fernanda Meade, reclamó el contacto con la morocha, reclamo las charlas interminables o los silencios cómodos. La reclamo a ella en su totalidad pero Mayte no sabía cómo hacer aquello.

Fernanda le acababa de cerrar la persiana frente a sus ojos y estaba segura que no era porque no había aceptado tener nada sexual con ella, Fer no era así y por eso sabía perfectamente que su silencio había sido lo que había atravesado el pecho de la morocha como si fuera una daga desafilada, despacio, cruel, dolorosa e hiriente casi como si hubiera sido un acto consciente para lastimar más de lo necesario.

Un toque de locura (MayFer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora