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Laura se encontraba sentada junto a Peter debajo del árbol en el que siempre descansaban.
Peter devoraba una barrita mientras que Laura solo jugaba con sus pequeños dedos. Levantó la mirada y soltó un triste suspiro al ver a Miguel y a Claudia riendo juntos.
—¿Por qué entre ellos se tratan bonito?, ¿Por qué no con nosotros? —preguntó Laura en voz baja. Peter dejó su barra para ver a ambos chicos.
—Porque son primos, pero viven en la misma casa —explicó Peter tímidamente.
—¿P-primos? —Laura lo observó sorprendida.
—Por parte de su mami —prosiguió Peter. —La mami de Claudia se mudó con su hermana debido a unos problemas de dinero. Su hermana la madre de Miguel vive con ella, el papi de Miguel y ella.
—¿Cómo sabes todo eso Peter? —preguntó Laura sorprendida.
—Me lo contó mi papi...—Peter jugó con sus dedos. —A mi papi le agrada la madre de Claudia.
—Pero si tu papi se lleva bien con la mami de Claudia, ¿por qué Claudia es mala contigo?
Peter negó con su cabeza suavemente y susurró en voz baja un "no lo sé".
Laura volvió la mirada a los chicos. Miguel estaba diciéndole algo al oído a Claudia, debió ser algo gracioso porque ella soltó una agradable risa y le dio un pequeño empujón a Miguel. Los menores siguieron debajo de ese árbol, platicando y olvidando por un momento que Miguel los estaba rodeando, viéndolos fijamente.
Claudia y Miguel observaban atentos a los menores y a sus movimientos, viendo cómo se agarraban a veces las manos y se sonreían, reían, bromeaban y jugaban entre ellos como dos buenos amigos. Miguel alzó una ceja disgustado. Definitivamente ver a Laura sonreír era de las cosas más repugnantes que había visto en su corta vida. Ver a Laura llorar era arte, aquello era algo hermoso de ver, le encantaba su mirada de miedo, verla temblar y sus ojos humedecerse. Le encantaba ver sus labios temblar y suplicar que frenara. Le gustaba ver a Laura sufrir... no reír.
Por su lado, Claudia también se enojó al ver la sonrisa de Peter. No exactamente porque le pareciera desagradable, de hecho se le hacía malditamente tierno y le enojaba que esas sonrisas no fueran para ella. Pero aun así había algo que la enfadaba aún más y era esa maldita niñata. Le estaba quitando a su pequeño y eso no le gustaba. No le gustaba para nada.