¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al abrir sus ojos sintió un enorme dolor de cabeza que le obligó a taparse soltando un sollozo. Sentía que su cabeza explotaría y su cuerpo estaba adolorido. Podía jurar que una estampida había pasado sobre él, pisoteándolo sin cesar toda la noche.
Se armó de valor aún con unas cuantas lágrimas en los ojos y se levantó sosteniendo su cabeza. Parpadeó varias veces tratando de recordar algo, pero lo último que pasaba por su cabeza era estar bebiendo y riendo con los chicos del colegio sentado junto a Claudia.
"Claudia..."
Cerró sus ojos recordando otras cosas, pero la mayoría parecían irreales o distorsionadas. Pero recordaba algo, lo sentía, aquel tacto... sus labios sobre los suyos besándolo. Pero, ¿Cuándo? ¿En qué momento? Recordaba haberse besado con ella pero fuera de todo eso estaba borroso..Y en primer lugar, ¿Qué hacía en una habitación acostado? Se incorporó tambaleándose un poco y acomodándose la ropa. Soltó un quejido y buscó desesperado un vaso de agua para calmar su dolor que se volvía más potente.
Se acercó a la puerta aun sintiéndose confundido y la abrió, cayendo casi hacia adelante. Por suerte cogió equilibrio por agarrarse de la perilla.
—¿Clau? —Llamó con voz ronca.
Escuchaba mucho ruido aún, se preguntaba qué hora podrían ser pero su teléfono ya no tenía batería. Bajó las escaleras luciendo terriblemente mal hasta llegar al último piso. Habían personas todavía, la mayoría vomitando, otros gritando, sin ropa, completamente sudados y la música palpitando haciendo vibrar el suelo.
Peter se golpeó contra las personas buscando una salida, pero estaba débil y se tambaleaba sin cesar. Llegó a la puerta sin importarle ver o no a Claudia pero se detuvo en seco al ver a Miguel abriendo la puerta y quedándose frito al ver el alboroto.
—¿Peter? —preguntó el Miguel al ver a Peter frente a él con una capa de sudor, ojeras y ojos rojizos.
—Miguel... —susurró Peter antes de desplomarse en el piso.
Miguel abrió muchos sus ojos y se abalanzó hacia él antes de que cayera al suelo. Soltó un bufido al sentir su peso irse con el castaño, pero logró aguantar, volviéndolo a reincorporar y apoyándolo en sus brazos.
