30

2K 198 98
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Ya saben qué van a ordenar, chicos? —pregunta la señora O'Hara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Ya saben qué van a ordenar, chicos? —pregunta la señora O'Hara.

Nos encontrábamos finalmente en el restaurante. Los colores rojos, naranjas y cafés se apoderaban del lugar, dándole un toque tranquilizante con música jazz de fondo, pero inclusive podría decirse que romántico. Los manteles rojos llegaban hasta el suelo cubriendo nuestros pies, las servilletas blancas con anillos de oro estaban colocadas sobre nuestros regazos y varios pares de cubiertos en las esquinas del plato.

—Yo pediré una ensalada de frutas —comento hundiendo mi rostro en la carta color vino, en un tormentoso intento de no ver a Miguel quien estaba delante de mí. —Y una pasta boloñesa.

—¿Tú Miguel? —pregunta su madre viéndolo.

Bajo la carta para cruzar miradas con Miguel. Él llevaba una camisa negra y unos jeans. Yo portaba un vestido playero blanco, fue casi lo primero que pude ponerme después de tremenda escena en la ducha.

—Carne —contesta él profanando duramente mi mirada. —Un buen trozo de carne, jugosa y caliente esperando para ser devorada por mí.

Mis mejillas arden, inmediatamente bajo la vista a la carta tragando duro. Puedo sentir la sonrisa de Miguel aun sin verlo, quiero matarlo, en serio quiero matarlo.

—Vaya, tienes hambre. —ríe su madre. Levanto nuevamente la mirada aun ruborizada.

—Estoy hambriento... — respira profundo y aprieta el mantel sin quitarme la mirada de encima.

Hago una mueca al sentir una pequeña patada debajo de la mesa, Miguel esboza una sonrisa. Me concentro en el mesero que se ha acercado con nuestras bebidas y nos pide ordenar.

La señora O'Hara habla por nosotros, yo me mantengo en silencio, sintiendo el pie de Miguel pateando suavemente mi pierna. Yo le devuelvo el golpe y sonrío victoriosa por dentro, pero el semblante de él se endurece.

—De acuerdo, yo iré al baño rápidamente, chicos. No se me muevan —la señora O'Hara se levanta y nos deja solos con las cartas que son retiradas segundos después.

Trato de buscar otro objeto en el cual enfocar mi atención, viendo ahora la burbujeante limonada que se encuentra frente a mí. Siento el pie de Miguel ir subiendo, ahora chocando con mi rodilla. Le clavo la mirada pero él está observando su teléfono, como si yo no existiera.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓 || 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐎'𝐡𝐚𝐫𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora