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Miguel POV

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Miguel POV

Maldigo nuevamente en mi cabeza tratando de mantener la calma. No puedo creer que en serio acabo de romper el maldito contrato y decirle a Laura en la cara que puede irse tranquila, que yo corto con esto aquí y ahora. Ella está en blanco, no sabe ni qué decir. Ni yo tampoco.

—Te veo después —es lo único que alcanzo a decir después de aquel largo silencio donde ella no deja de observarme. —No dejes que se infecte la herida.

Laura traga duro, realmente la he dejado fría. Dejo el bisturí en el escritorio junto lo que queda del contrato y me alejo. Estoy en un jodido problema, me he adelantado más de lo que debería. No debía decirle eso hasta los seis meses y prácticamente me he adelantado cinco. Deberé tomar medidas drásticas si quiero remediar el jodido error que he cometido.

Salgo finalmente del cuarto cerrando la puerta detrás de mí y comienzo a bajar las escaleras. Agarro las llaves de la casa y salgo corriendo hasta el estacionamiento rogando para que todo siga tal y como lo dejé. El garaje se abre y me introduzco rápidamente prendiendo la luz, bien.

Me he salvado. Agarro las llaves y me dirijo a la moto aparcada en la esquina. Es de Claudia pero ella no se encuentra acá y no ando en condiciones para marcarle y pedirle permiso. ¿Lo quiero? Lo agarro. Así de simple. Meto la llave para prenderla, asegurándome que tiene suficiente gasolina. Cojo el casco que se encuentra al lado y lo amarro antes de montarme en ella haciéndola rugir.

Salgo del estacionamiento, las puertas cerrándose detrás de mí. Me detengo para levantar la vista a la casa y después de maldecir de nuevo, conduzco a toda velocidad por la carretera. Agradezco que el clima sea cálido porque en otras circunstancias ya me hubiera congelado. Me aferro bien a la moto y la hago rugir antes de ir más rápido, sintiendo el viento colarse por mi ropa agradablemente. No me interesa rebasar los límites de velocidad, resulta excitante conducir a toda rapidez colina abajo.

Doy un par de vueltas antes de llegar a los inicios de la ciudad Californiana. Allí bajo un poco la velocidad y espero a que el semáforo siga. Arranco apenas la luz cambia y zigzagueo entre los coches esperando llegar lo más rápido posible a mi destino. Me detengo cerca de la avenida principal, tres cuadras a la derecha. Dejo la moto aparcada y me saco el casco mientras ingreso al restaurante/bar que está abierto. Deben ser poco más de las ocho de la noche, así que estoy a tiempo.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓 || 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐎'𝐡𝐚𝐫𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora