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Laura se encontraba golpeando rítmicamente la pluma contra su cuaderno, mordiendo sus labios y tratando de descifrar la maldita ecuación que le habían puesto al frente. Resopló observando a Peter que ni siquiera se encontraba haciendo el ejercicio, solamente veía los cuadernos, sobando la portada con la punta de su pluma.
—¿Todo bien? —preguntó Laura viéndolo fijamente con preocupación.
—¿Umh? —Peter la observó y al instante comenzó a anotar la ecuación. — Eh, si, ¿por qué?
—Estás muy callado... —susurró Laura en voz baja. —¿Pasó algo malo en la fiesta? Ayer no viniste, ni antier.
—Sí, estuvo bien pero me pasé con el alcohol —susurró Peter. —¿A ti como te fue con tu mamá?
—Bien, fue tranquilo —mintió Laura.
Peter asintió suavemente sin prestarle atención a Laura. Se mantuvieron en otro largo silencio donde ninguno dijo nada hasta el final de clases. Se despidieron tranquilamente y cada uno retomó su camino a su casa tranquilamente. Laura estaba en la esquina cuando un coche negro se detuvo frente a ella y bajando la ventanilla, permitiendo ver a Miguel O'Hara dentro.
—Sube —ordenó el mayor sin voltearla a ver.
—¿Qué? —Laura abrió mucho los ojos.
—Sube —repitió Miguel finalmente clavándole una no muy amable mirada.
Laura tragó saliva pesadamente y lentamente se colocó en el asiento del copiloto. Evito a toda costa el contacto visual con el mayor y el auto arrancó siguiendo todo derecho.
—¿A dónde vamos? —preguntó la menor viendo al mayor. —¿Miguel?
—Ya verás… —contestó él tranquilamente, pero manteniendo cierto peligro en su voz.
Laura soltó un suspiro de cansancio y comenzó a ver por la ventana, siguiendo con la mirada las calles que conocía y viendo como lentamente quedaban atrás, metiéndose en zonas que no conocía. El rojo les tocó y Miguel frenó haciendo una mueca.
