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Aquel día que parecía nunca llegar, llegó. Miguel O'hara y Claudia se irían, para siempre muy probablemente.
Era el último día de clases, se hallaban abrazando a sus amigos y recogiendo las cosas del casillero. Algunos profesores les decían cuanto los extrañarían y que ojalá algún día volvieran, otros sin embargo, estaban muy felices, ya que no tendrían que soportar más los malos comportamientos y travesuras de aquellos engendros del mal.
Laura y Peter estaban sentados debajo de aquel árbol que se hallaba seco, observando el terreno como clásico deja vú, Claudia estaba a lo lejos con una gorra, platicando por última vez con su grupo de amigos, riendo, empujándose, dándose codazos, correteándose.
Miguel O'hara estaba junto a su prima, observando la escena sin emoción alguna, solo enfocado a las reacciones de los otros que al cruzar miradas con él, agachaban la mirada.
Peter por primera vez no estaba comiendo, mucho menos platicando, Laura respetó aquello. Sabía que a su mejor amigo le dolía, le dolía la partida de su amor platónico, pero era lo mejor para él. No merecía sufrir así, mucho menos merecía a un ser tan repugnante como Claudia que pese a que podía llegar a ser una buena persona, no era suficiente para merecer a alguien tan bueno y dulce como Peter.
La timidez jamás se le había ido al menor, que hasta la fecha seguía tornándose rojo cada que alguien venía a hablarle o le pedían ir a presentar algo frente a la clase. Peter hasta cierto punto seguía siendo sensible e inocente... a su manera, pero inocente.
—Acabó todo…La pesadilla acaba aquí, Laura.
La pequeña observó a su mejor amigo, sin saber exactamente qué decir. Dirigió la mirada hacia abajo, jugando con sus manos, soltando un suspiro.
—Si Peter... aquí termina. —Susurró igualmente.
Contemplaron la escena. El chico estaba besando a Claudia y llorando en su hombro, ella le decía unas cuántas cosas que hacían a su novio asentir o reír un poco aún con lágrimas en sus ojos. Claudia sobó su mejilla con ternura y lo abrazaro fuertemente, un fuerte chasquido hizo que Laura pegara un brinco y observara a su derecha.
