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Laura POV

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Laura POV

El calor en mi cuerpo es algo completamente indescriptible. Una sensación única donde la adrenalina y la vergüenza bloquean por completo la mente dejándola llevar por una marea de locura, de deseo, de querer más. Es increíble, aún lejos se sienta tan cerca, tan bueno... tan placentero.

Mis jadeos salen desesperados, necesitados de mi garganta mientras mis dedos bombean fuertemente mi interior, restregándome contra las colchas mordiendo las sábanas y empapada de sudor. Los saco y los meto velozmente, dándome una que otra palmada que me hace chillar de dolor y de placer conforme más rápido los voy moviendo, restregándolos una y otra vez sobre mi punto dulce. Y sé que cuando finalice será una vergüenza, ¿pero y qué? Nos extrañamos, no podemos vernos, encontraremos otras alternativas. Justo como la que estamos haciendo ahora.

Escucho igualmente los suaves y roncos jadeos de Miguel del otro lado, susurrando mi nombre tan suciamente que me revuelco de dolor en las sábanas por no tenerlo aquí conmigo. Un dolor en mi pecho que me nubla el placer para atormentarme con miles de gritos en mi cabeza. Y lo veo. Y lo huelo, y me observa, y me besa. Y mi cabeza se vuelve un caos. Un completo caos mientras doy duras estocadas con mis dedos hundida en la miseria de mi mente.

El placer en mi cuerpo en una pelea con el ardor de mi alma, el ácido y ronco raspón de mi corazón, aquel estrujo que te abre, aquel rasgamiento sin piedad que me hace ir más rápido para reemplazar todo ese dolor en rabia, en un deseo pasional de querer más, un castigo, un desahogo fuera de control para no sentir aquel ardor. Aquel ardor que se va abriendo e intensificando matándome lentamente.

Me veo en la escuela, lo veo a él, aparece en mi mente, sus sonrisas, aquellos golpes, nuevamente mis súplicas, cuando era una niña, el beso en el baño, los abrazos de Peter, los besos de mi madre, las peleas, los gritos, las maldiciones, los cortes en mi muñeca, las depresiones, mi piel abriéndose, mis gritos de placer, mis gritos de dolor, atada a la cama, suplicando frenar, suplicando más, corriendo en la calle, los besos de Oliver, los besos que nos dimos, las caricias, la cena, los tiroteos, la bañera empapada de sangre, más gritos, más placer, más dolor...

Termino mordiéndome con tanta fuerza que no tardo en sentir las gotas de sangre brotar de mis labios. Tiro de ellos y jadeo más fuerte, lanzándome de costado y apretando mis ojos tan fuerte como puedo. Mi mente se bloquea y cuando entro en razón siento un golpe interno, un puñetazo que me saca el aire y me hace chocar con la razón. La razón... ¡la razón que siquiera entiendo! ¡¿Qué es todo esto?! Llegó un orgasmo violento, cargado de ira y amargura. De vulnerabilidad, fragilidad e impotencia.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓 || 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐎'𝐡𝐚𝐫𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora