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Mi cabeza da vueltas, me encuentro realmente asustada, el corazón duele en mi pecho

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Mi cabeza da vueltas, me encuentro realmente asustada, el corazón duele en mi pecho. Miguel mantiene su gélida vista en mí y desliza su mano arriba de su cabeza para tirar de unas cadenas que terminan colgando. Me estremezco al escuchar el chirrido de ellas, un chirrido que me hiela la piel.

—Tienes dos opciones —Miguel tira un poco de las cadenas para asegurarse de que no caigan. —Cooperas o lo hacemos a la mala.

—¿Qué vas a hacerme? —pregunto asustada.

—Qué no voy a hacerte, querrás decir —una sonrisa se asoma por sus labios.

Trago duro y aprieto mis labios. Miguel coloca su fría mano en mi mejilla y soba, levantando mi mirada poco después para que la cruce con la de él. Escucho el sonido de las cadenas y algo frío irse enredando en mi mano, pero pese a eso no puedo despegar mis ojos de los de él. Me hago más chica al sentir algo que pellizca mi piel, apretándose y un fuerte peso por todos mis brazos.

Bajo la mirada, observando mis manos atadas a aquellas cadenas, unos fuertes broches que permiten abrirlas se encuentran cerrados, impidiendo así que retire mi mano. La sacudo violentamente escuchando el seco sonido de las cadenas golpeando contra el suelo. Miguel toma mi otro brazo con fuerza.

—¡Suéltame! —grito tratando de zafarme, pero con una mano es complicado. —¡Suéltame Miguel!

"Click", mi otra mano queda atrapada. Miguel coloca inclusive un candado, abro mis ojos horrorizada. Trato de mover ambos brazos, me impulso hacia adelante pero me freno en seco y soy nuevamente impulsada hacia atrás. Observo detrás de mí las dos cadenas aseguradas igualmente a la pared, tirando mis brazos hacia atrás incapaz de moverlos.

—¡Miguel! —grito observándolo molesta pero él luce muy tranquilo. —¡Esto no es divertido!

—No debería serlo —él comienza a avanzar hacia una esquina de la habitación y tira rápidamente de una capa negra sobre una mesa. —Y no lo será, para ti al menos.

Observo su espalda en silencio. Bajo la mirada a mis pies que al menos se encuentran libres. Busco con la mirada algo que pueda ayudar a zafarme, pero con las manos atadas con fuertes cadenas no simplifica mucho mi situación. Vuelvo a azotar las cadenas contra el suelo y suspiro. ¿Qué diablos está haciendo Miguel?

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓 || 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐎'𝐡𝐚𝐫𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora