•En donde JungKook es un mafioso que está obsesionado con Park JiMin, y hará todo lo posible para que sea suyo, a tal punto, de s2cuestrarlo
•O en donde JiMin está enamorado de JungKook, y es un completo masoquista que ama lo posesivo que JungKook...
Sus ojos brillaron, cuando vio que adelante de él, había lo que parecía ser un gran restaurante, con una cinta roja en toda la entrada.
—¿Q-qué es esto?
—La razón por la que nos fuimos muy lejos... Era porque no quería que te dieras cuenta de la sorpresa que te tenía preparada. Estuve organizando esto durante todo el tiempo. Sé que tú sueño era tener un restaurante... Y aquí está, tu sueño hecho realidad.
Se tapó la boca por la impresión, era increíble lo que su novio acababa de hacer. No se lo esperaba para nada.
—¡Muchas gracias!
Se lanzó a abrazarlo, se sentía demasiado contento por el hermoso detalle. Al fin tenía su restaurante, y no solo eso, a partir de ese momento haría todo lo posible para tener éxito, para en un futuro, poder expandirlo.
—Ten, pequeño.
Le entregó unas tijeras. JiMin las tomó y se acercó hasta la cinta, cortándola así. Entró junto a su novio y exploró cada rincón. Parecía de en sueño, Simplemente, le encantaba.
—Esto no acaba aquí todavía, Park JiMin.
JungKook lo miró con cariño, y empezó a hablar.
—Sé que al principio fui un hijo de puta, y que te lastimé muchísimo, creeme que he trabajado mucho para corregir mis errores y ganarme todo tu amor. A pesar de todos los problemas, logramos llegar hasta este punto, juntos.
—Eso de verdad me hace muy feliz, pero, ¿a qué viene esto?
—Pues... Desde que me enamoré de ti yo solo he tenido un sueño... Y ese sueño era casarme contigo.
—¿"Era"? ¿Acaso ya no lo es?
—Era un sueño, porque seguro que a partir de ahora, será una realidad.
Sacó una cajita de su saco y se arodilló en frente a él, dejando ver un hermoso anillo de plata y diamantes, desde lejos se veía lo costoso que era.
—¿Me darías el honor de casarme contigo, Park JiMin?
Okay, ya estaban siendo demasiadas emociones para su pobre corazón, que seguro explotaría en cualquier momento de tanto amor. Si no se esperaba lo del restaurante, mucho menos lo de la propuesta de matrimonio.
—¡Claro que sí!
Ni siquiera dejó que le pusiera el anillo, lo primero que hice fue lanzarse a abrazarlo, haciendo que ambos cayeron en el piso entre risas.
—Al menos dejame ponerlo.
Agarró su mano con suma delicadeza y le puso el anillo, dejando un beso en esta cuando la colocó.
