Capítulo 2

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LIAM

El pueblo es horrible, el ambiente no me gusta para nada, me asquea que para cualquier lugar que mires veas a una familia feliz.

A mis padres les pareció bien mudarse aquí, después de casi divorciarse por una infidelidad por parte de Lucas -mi padre- pretenden arreglarlo todo alejándose de la ciudad.

No tenía amigos, nunca los he tenido, pero tampoco me apetecía venir a este pueblucho de quinta y dejar atrás mi vida, mi libertad. Me hicieron salir de mi zona de confort sin preguntarme qué pensaba, solo porque supuestamente era lo más conveniente para todos.

Lo único interesante de este pueblo es la chica rubia de ayer, no se por qué no me la puedo sacar de la cabeza. Tiene un carácter demasiado fuerte, imponente y difícil de dominar, ¿qué chica en sus cinco sentidos se pelea con un grandullón como mi hermano? Está completamente loca y... pues eso es lo que más me atrae. Esos ojos azules se me clavaron dentro.

-Odio todo esto -me dice Brian desde el otro lado del sofá, estamos sentados en la sala viendo la televisión.

-Con quejarte no resuelves nada.

-Ya lo sé.

Me voy hasta mi cuarto y comienzo a desempacar, dejo el trabajo a medias cuando encuentro en una de las cajas una foto de Laila. Aún no he podido arrancarla del todo, intento olvidarla pero es imposible.

Intentando no ser consumido por la rabia y los recuerdos tomo mi chaqueta de cuero y recojo las llaves del auto que están encima de la mesa.

-¿A dónde vas? -me dice Brian cuando me ve abrir la puerta.

-Por ahí -digo y sin dar más explicaciones me acerco al único bar que hay en este pueblo.

Entro y está a rebosar de personas alcoholizadas. Me voy hasta una mesa en el rincón más oscuro y le hago una seña al personal para que me traigan algo para comenzar la noche.

La iluminación del lugar es pésima, y aún así logro ver a la chica que camina hacia mí. Se ve como un ángel caído del cielo, camina con lentitud hacia mí moviendo las caderas. Lleva el pelo suelto y los labios pintados de color rojo. El vestido negro que trae puesto marca cada una de sus curvas. Llega hasta mí y me observa con esos hermosos ojos azules sin creer lo que ve.

Niega con la cabeza y fija sus ojos en los míos.

-¿Qué desea? -me dice y no puedo apartar mis ojos de sus labios.

-Muchas cosas -digo sin pensar aún mirándolos.

-No estoy para juegos, dígame qué quiere beber, mi turno está por acabar.

-Tráeme una cerveza.

Se va y no puedo evitar mirar su trasero. Rápidamente miro hacia otro lugar, pero qué me pasa con esta chica.

Vuelve hacia mí con la bebida en la mano. Abre la botella frente a mí y me la entrega.

-Ámber -dice volteándose de espaldas haciendo que clave nuevamente mis ojos en su trasero.- me voy a casa.

-Puedo llevarte si quieres.

-Gracias, pero tengo mi propio auto y además no me subo en coches de desconocidos, menos en el de alguien que maneja como desquiciado.

Sonrío y se le desfigura el rostro, me mira los labios y vuelve a posar sus ojos en los míos.

-No era yo quien iba manejando -doy un sorbo a mi cerveza.

-Claro, tú debes ser peor.

Me paro quedando frente a ella y alza la cabeza para mirarme a los ojos, es de estatura baja. Pongo unos billetes en la mesa y la miro nuevamente.

Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora