Capítulo 15

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Maratón 3/4

(Angels like you - Miley Cyrus)

Una semana después.

Nuevo día, y como siempre me encuentro en la cafetería corriendo de acá para allá intentando que todos los pedidos lleguen a tiempo.

—Entonces hoy llega mi dolor de cabeza —me dice Ámber cuando por fin entro en la cocina para tomar un descanso.

—Sí, hoy llega Orien.

Desde pequeños Ámber estuvo coladita por Orien. Babeaba cada vez que lo veía y no la culpo. Modestia aparte mi hermano es una belleza. Alto, de ojos azul cielo, de cuerpo atlético, tatuajes en los brazos, es el único que sacó el pelo castaño como mi padre.

—Te recuerdo que estás con Ty —digo entrecerrando los ojos en su dirección.

—Oh vamos, tu hermano solo fue un crush de adolescencia.

—Voy a fingir que te creo.

Salgo de la cocina cuando pasan mis diez minutos de descanso y al pasar la puerta choco de frente con un cuerpo bien definido. No tengo que levantar la vista, lo conozco perfectamente, lo he tocado tantas veces que ya me lo sé de memoria.

Levanto la vista y veo como aprieta los labios y se tensa completamente. Me separo un poco de él y sus ojos grises me miran pero no con la calidez a la que estaba acostumbrada, volvió a tener la mirada fría e indescifrable.

—Disculpa —paso por su lado y vuelvo a atender las mesas.

Cuando voy a atender la última me encuentro a mi nuevo dolor de cabeza, no ha dejado de molestar en estos últimos días. Aún así me siento cómoda con él, nos hemos vuelto muy cercanos por raro que eso suene.

—Capuchino doble con leche descremada y las galletas especiales de la casa.

—Muy bien señorita, veo que ya conoce a este cliente perfectamente. Ya puede casarse con él.

Me saca una sonrisa, es un idiota pero ya le he tomado cariño.

—Muy gracioso, Brian.

—¿Qué tal tu día?

—Tan tedioso como siempre, enseguida te traigo tu café y me siento contigo, mi turno ya termina.

Asiente con la cabeza. Voy hasta la cocina, tomo su pedido y retorno a su mesa.

—¿Y bien? —lo miro expectante.

Suspira y me dedica una sonrisa amarga.

—No Livi, tampoco me aceptaron en el equipo de baloncesto.

—Menudos idiotas, ¿qué no se dan cuenta de lo bueno que eres?

—¿Tú, diciendo que soy bueno en algo? Ya puedo morir en paz.

—Oh idiota, no te emociones —lo golpeo en el brazo a lo que él suelta una carcajada— es el único cumplido que va a salir de mi boca.

Fija su mirada en un punto del local. Volteo y me encuentro con los ojos de Liam, no aparta su vista de nosotros, parece cabreado.

—A veces da miedo.

—Tranquila, solo está celoso. Y con razón, ya veo que no soy el único que se dio cuenta de que me amas.

—Oh, idiota —volteo los ojos en blanco.

—¿Han hablado?

—No.

—¿Y cuando piensan hacerlo?

—No voy a hablar con él.

—¿Hasta cuando va a durar la ley del hielo?

—Hasta que se olvide de mí y pase página.

—¿Tú ya has pasado página?

Desvío mi mirada a la mesa.

—Tomaré eso como un no. ¿Por qué no te das una oportunidad con él?

—Es demasiado complicado, Brian.

—¿Y conmigo?

Me tenso completamente.

—¿Y si hablamos de esto en otra parte donde no tenga a tu hermano atravesándome con la mirada?

—Vaaale.

Paga la cuenta y salimos de la cafetería. Nos dirigimos al parque y nos sentamos en uno de los bancos mientras yo tomo tranquilamente mi helado. O bueno, estaba tranquila hasta que volvió a preguntar:

—¿No te gustaría intentarlo conmigo?

—Brian, ya hemos hablado de esto, estamos mejor como amigos. Además estuve con tu hermano.

—Deberías dejar de pensar tanto las cosas y simplemente darte la oportunidad de ser feliz.

—¿Y tú me harías feliz?

—Sí, aunque no lo creas. Te haría feliz porque te conozco, porque sé lo que te gusta. Porque primero que todo somos amigos.

—Oh Brian... eres demasiado bueno para tu propio bien.

Se inclina hacia mí y une sus labios con los míos. Ese beso me toma tan desprevenida que ni siquiera le correspondo.

—Brian no...

—Lo siento —baja la mirada al suelo.

Tomo su rostro en mis manos y lo miro directamente a los ojos.

—Esto no puede ser.

—Lo sé, pero es que... conmigo te sientes bien Livi, no me lo niegues, sé que... se que tú disfrutas de mi compañía.

—Sí, porque contigo todo es más fácil. Porque eres simple y me haces sentir bien. Porque la miseria ama la compañía Brian y tú... tú has sido la mejor compañía que he tenido en mi vida, tú llegaste para enseñarme lo que es el amor puro, sin intereses. Me enseñaste como volver a sonreír, como volver a ser feliz. En estos días me has ayudado a pegar algunos de mis pedazos rotos.

—Pero...

—Pero tú... yo... no puede existir un nosotros. Créeme me encantaría, ojalá fuese tan simple, pero no mereces conformarte con migajas. Ángeles como tú no pueden volar al infierno conmigo Brian. Tú también llegaste demasiado tarde a mi vida, ojalá te hubiese conocido antes. Además...

Me quedo en silencio, no puedo decirlo en voz alta, sería aceptarlo y yo... no estoy lista.

—¿Qué pasa?

Suspiro pesadamente, necesito decirlo, sino explotaré.

—Estoy enamorada de tu hermano, Brian.

Ya está, lo solté, ya no hay vuelta atrás.

Silencio. Brian no dice nada.

—Estoy enamorada, y no fui capaz de aceptarlo hasta ahora. Necesito tiempo, necesito pensar y estar sola. No puedo aceptar estar contigo porque me estaría mintiendo y te estaría dando falsas esperanzas. Mereces a alguien que realmente te quiera y te haga feliz.

Me levanto e intento irme pero me toma de la mano. Volteo y lo miro directamente a los ojos

—Él también te quiere.

—Tú mismo me dijiste que yo no soy ella.

—Justo por eso te quiere. Porque eres algo totalmente diferente. Tal vez ahora no es su momento. Tal vez... puede que algún día logren estar juntos. Se aman el uno al otro Olivia, aunque lo nieguen, aunque sea insano. Se aman y necesitan estar juntos. Son las personas correctas, en el momento equivocado.

Bajo la mirada, tiene razón. Aunque me duela tengo que dejarlo ir, si estamos juntos solo nos seguiremos haciendo daño. Tengo que hablar con él.

—Gracias por todo, Brian.

Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora