Capítulo 23

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(Máquina del tiempo - Jay Wheeler)

OLIVIA

De vuelta a la realidad. De vuelta a reparar el muro que nunca debí dejar caer. Nuevamente a poner los pies sobre la tierra.

—... y amargo para mí.

—¿Disculpe, que decía?

La mujer me mira con cara de fastidio y vuelve a hacer su pedido. Me dirijo a la cocina y al pasar por la barra siento el peso de sus ojos sobre mí, esos ojos que nunca debí mirar, esa tormenta gris que arrasó mi existencia.

Entro en la cocina y encuentro a mis amigos besuqueándose.

Pongo cara de fastidio y tomo el pedido. Sin querer dejo caer la bandeja y maldigo en voz baja recogiendo los pedazos de la taza rota.

Pequeñas gotitas de sangre salen de mi dedo y vuelvo a maldecir.

—¡Estoy harta! —Ty y Ámber voltean hacia mí.

Hasta que por fin se dieron cuenta de nuestra presencia.

Cariño, ¿estás bien? —Ámber se agacha para estar a mi altura y me ayuda a recoger los pedazos que aún quedan en el suelo.

—¿Tú qué crees?

—Vale, pero no tienes que enfadarte con nosotros —Ty se une a nosotras.

Cierro los ojos por un momento y me siento en el suelo.

Me paso la mano sana por el rostro intentando calmar mis ganas de llorar.

—No puedo... esto... es demasiado para mí. Lo siento —mis ojos se llenan de lágrimas.

—Eh —Ámber toma mi rostro entre sus manos— no llores.

Ty se acerca y me abraza.

—Estamos aquí contigo, ¿vale? Pase lo que pase siempre estaremos. Siempre seguiremos siendo los tres mosqueteros.

Consigue sacarme una débil sonrisa.

—Los quiero.

—Oh vamos, que me vas a hacer llorar a mí también.

Nos abrazamos los tres y luego terminamos de recoger el desastre que he causado.

Salgo de la cocina y al cruzar la puerta tomo una larga respiración para llenarme de valor. Vuelvo a sentir sus ojos sobre mí cuando me acerco a la mesa a dejar el pedido.

Termino mi turno con la incomodidad de tenerlo siempre mirándome.

Es sábado, ha pasado toda una semana desde que recibí esa llamada... La llamada que terminó rompiéndome nuevamente.

Nunca imaginé que una llamada anónima me afectaría así. No imaginé que sería cierto que ese chico dulce que me hacía sonreír estuviese peleándose a muerte con mi ex.

Pero sí lo era...

Sí lo era.

Salgo de la cafetería y pongo en marcha mi auto dirigiéndome al bar.

Al entrar Will me recibe con una sonrisa.

—¡Hasta que por fin vuelves!

—Oh vamos, no es que me haya ido por un año.

—Pues se ha sentido así.

Le sonrío y me dirijo a la barra para dejar mis cosas.

La noche transcurre tranquila.

Subo al escenario, se siente bien después de tanto tiempo volver aquí.

Tomo el micrófono en mis manos y me olvido de todo, cierro los ojos y simplemente comienzo a cantar:

Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora