Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)

Capítulo 25 - final

Una semana después...

—¡Te ves preciosa! —chilla Oriana.

La observo desde el reflejo del espejo. Sonríe como tonta mirando mi vestido.

—Vas a arrasar.

—Estás loca —sonrío y niego con la cabeza.

—Te quiero —me abraza por detrás.

—Y yo a tí enana.

—¡Oye! Eso lo digo yo —dice Orien entrando en la habitación y poniendo una mueca al verme— pareces muñecón de carnaval —le enarco una ceja.

—Eres un idiota —le lanzo el cepillo de pelo a la cabeza.

—¡Oye! Casi me matas loca.

—Dice la abuela que ya está listo el desayuno.

Oliver entra vociferando en el cuarto y pone una mueca al verme.

—¿Y a tí que te pasó en la cara? ¿Es carnaval y nadie me avisó?

Orien y él comienzan a reír a carcajadas.

—¡Es que los odio! —comienzo a lanzarles las almohadas que hay en la cama.

—¡Niños! Bajen a desayunar —chilla mi abuela desde la cocina.

Fulmino a mis queridos hermanitos con la mirada y salgo de la mano de Oriana.

—Estás preciosa mi niña —le doy un beso a la abuela y les saco el dedo corazón a mis hermanos.

Oriana me muestra algo en su celular y chillo emocionada.

—¡Me alegro mucho hermanita!

—Baja la voz —me codea.

—No me puedo creer que Sebas venga de visita —digo en voz baja.

—¡Imagina yo! —dice emocionada.

Terminamos de desayunar y salgo para encontrarme a mi tormento de ojos grises esperándome recostado a su auto. Siento un pinchazo al verlo tan hermoso con ese traje azul claro.

¡Se ha arreglado para mí!

Me observa de arriba abajo boquiabierto. No puedo culparlo. Me he arreglado especialmente hoy. Es mi graduación.

Me he puesto un vestido gris sin tiras el cual llega hasta mis tobillos y tiene una abertura que deja descubierta mi pierna derecha. Me he colocado tacones a juego y me he maquillado. Oriana me ha ayudado a hacerme un moño alto dejando algunos flequillos sueltos sobre mi frente.

Camino lentamente hacia él con una sonrisa enorme en mis labios, sonrisa que va decayendo al recordar que es nuestra última noche juntos.

—Está preciosa señorita Wilder —sonríe mostrando sus preciosos hoyuelos.

—Podría decir lo mismo de usted señor Neeson —le devuelvo la sonrisa.

—Tengo algo para tí.

Lo miro totalmente confundida. Saca de su bolsillo una pequeña caja de color azul marino.

—Lo vi y recordé tus preciosos ojos.

Un collar hermoso brilla desde la pequeña caja. Tiene un dije en forma de O con pequeñas piedrecillas azules incrustadas.

—Liam no debiste...

—Es un pequeño detalle —sus ojos se llenan de tristeza— para que me sientas cerca aún cuando estés lejos.

—Te amo —lo abrazo.

—Y yo a tí —me rodea con sus enormes brazos.

Dejo que me coloque el pequeño collar sonriendo como una idiota.