BRIAN
Después de dos horas y media de viaje en coche llego a mi destino. Estoy justo frente a su edificio con una sonrisa estúpida en los labios. Sigo siendo el idiota que se emociona al verla.
Mi equipo acababa de ganar uno de los partidos más importantes de la liga, estaba feliz, y solo pensaba en celebrarlo junto a ella. ¿Por qué? Pues porque sigo creyendo que algún día me verá de la misma manera en que la veo yo. Porque algún día se dará cuenta de que mi hermano es un imbécil que no la merece. Y pues... porque sigo siendo un niño que se aferra a la única esperanza que le queda. Porque sigo sin querer crecer para aceptar mi realidad, una realidad donde ella nunca será mía...
Llego a su piso y justo cuando voy a tocar su puerta...
—¿Brian?
Volteo lentamente para ver su silueta entre las sombras del pasillo. Camina tambaleándose hacia mí, trae los tacones en la mano, el cabello enmarañado y el maquillaje corrido.
Mi felicidad y mis ganas de compartir mi victoria con ella se van al traste al ver su estado.
Me acerco rápidamente hacia ella imaginando lo peor.
Tomo su rostro en mis manos y la miro directamente a los ojos.
—¿Qué ha pasado?
Apesta a alcohol y tiene los ojos rojos. Ha estado llorando.
—Liam, eso ha pasado —me dedica una sonrisa amarga.
La ira se apodera de mi cuerpo y me dan ganas de ir a partirle la cara a ese idiota. ¿Qué no ve al mujerón que tiene en frente? ¿Qué no ve que la mujer que todo hombre quisiera tener solo lo quiere a él?
Sonrío intentando calmar la tensión.
—¿Así que te has ido a beber sin mí?Venga —apoyo uno de sus brazos sobre mi hombro y la tomo de la cintura para evitar que caiga al suelo— entremos, necesitas una ducha.
Me deja las llaves de su apartamento y peleo con la cerradura intentando abrir la puerta con una mano y sostenerla a ella con la otra.
Ya adentro la llevo directamente hasta la que me indica que es su habitación.
Intenta irse directo a la cama pero no la dejo.
—Necesitas una ducha —le repito para que entre en razón.
Asiente con la cabeza. Lanza todo lo que traía en manos sobre la cama y me observa desconfiada.
—¿Me vas a bañar tú? —me enarca una ceja.
—¿Q-que? Claro que no —incluso borracha consigue ponerme nervioso.
Sonríe maliciosamente.
—Ya vale, no te pongas así.
Se da la vuelta y comienza a deshacerse de su ropa.
Bien, señal para salir del cuarto.
Estoy a punto de salir cuando escucho un estruendo.
Volteo y...
Sí, ha caído de culo en el suelo. Está de brazos cruzados con el pelo sobre la cara y no puedo evitarlo, comienzo a reír a carcajadas.
Me fulmina con la mirada y levanto las manos en señal de rendición.
La ayudo a ponerse de pie.
—¿Me ayudas? —pide logrando que me salten todas las alarmas.
NO NO NO. Vete de ahí.
Y por más que lo intento no puedo. El magnetismo y la súplica de su mirada me mantienen quieto en el mismo lugar. ¿Cómo decirle que no?
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Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)
Teen FictionOlivia Wilder y Carrsville, una chica en un pueblo invisible. En Carrsville nunca ocurre nada interesante, es un pueblo aburrido y Olivia lo sabe. Un pueblo alejado del mundo y olvidado por el paso de los años. Nunca ha ido más allá de sus muros, a...