Capítulo 19

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OLIVIA

No, no podía llorar, menos en este lugar.

Estaba consciente de que era nuestro último día juntos y con más razón aún debía reprimir las lágrimas.

Dijo la menos dramática.

A ver, no me refiero a que me iba a morir mañana ni nada de eso, sino a que saldríamos de la burbuja que nuestro viaje a Venecia había creado. Volveríamos a la rutina, volveríamos a estar distantes. Volvería a verle cada día siendo consciente de que ya no es mío y, muy probablemente, se casará con la ahora dueña de su corazón.

¡¿Pero de qué hablas idiota?, la dueña de esa roca siempre serás tú!

Claaaaro.

Suspiro pesadamente mientras soy consciente nuevamente de dónde estoy.

Liam se encuentra sentado a mi derecha con cara de hastío mientras los hermanos Trevino releen por decimoctava vez el contrato.

¿He dicho ya cuánto los odio?

Pues si lo he dicho en este instante lo reafirmo.

Para mi sorpresa Dorian toma una pluma y finalmente firma.

Sonrío —porque sé que los cabrea— y tomo el contrato en mis manos.

Las lágrimas han quedado atrás, no hay nada más satisfactorio que ver a un par de machistas humillados ante una mujer.

Guardo el contrato y, tras despedirnos, Liam y yo salimos de la cede. Agradezco que este haya decidido caminar un poco, mis pulmones necesitan aire fresco.

Mientras yo observo fascinada cada rinconcito de la ciudad, Liam camina a toda velocidad sin darse cuenta que casi corro por seguirle el paso.

Noto como safa el nudo de su corbata y me echa miraditas nerviosas a cada nada. Pasa sus dedos por su cabello desordenándolo y mira alrededor, juraría que busca algo que le de el valor suficiente para soltar lo que lleva atascado.

—¿Pasa algo? —me atrevo a preguntar luego de unos minutos, su comportamiento me pone de los nervios.

Deja de caminar, toma una gran bocanada de aire y voltea a verme. Tiene el ceño ligeramente fruncido, sus ojos recorren mi cuerpo terminando nuevamente en los míos mientras abre y cierra la boca sin lograr articular palabra alguna.

—Liam me estás asustando —las palabras salen de mi boca sin poder detenerlas.

—No puedo... —pasa una mano por su cara frustrado— simplemente no puedo.

Voltea nuevamente y sigue caminando a toda velocidad. A veces quisiera poder meterme en su cabecita y saber qué piensa. Me va a sacar de quicio.

—¡Espera! —grito caminando, mejor dicho, casi corriendo detrás de él.

Sigue su camino sin importarle mis gritos, ¿y ahora qué le pasa?

Corro detrás de él hasta hasta alcanzarlo.

—¡Espera hombre! —jadeo colocándome frente a él y cortándole el paso— ¿Se puede saber qué demonios te pasa?

—Tú, eso me pasa.

Parpadeo confundida, ¿se ha vuelto loco?

—¿Yo? —lo miro a los ojos tratando de entender a qué se refiere.

—Sí, tú —vuelve a pasarse las manos por el rostro y el gesto ya me impacienta, no entiendo una mierda.

Lo miro de arriba abajo esperando que siga hablando pero se queda callado.

Llegas demasiado tarde (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora