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Hinata suspira fuertemente cuando las puertas automáticas del edificio se abren ante ella. Maldice por lo bajo cuando nota el agua mojando las calles, fuerte, rápido.

—Demonios —murmura observando su atuendo. Por supuesto, el clima estaba tan pesado en la mañana que lo único que se le había ocurrido llevar era un abrigo para el frío, sólo que olvidó el pequeño detalle de checar el clima antes de salir.

Se abraza a sí misma, pensando en sus alternativas. Y la única viable era caminar tal como se encontraba, esperando encontrar alguna tienda cerca donde pudiera conseguir un paraguas.

—Bien —vuelve a murmurar. — Es ahora o...

Su propia frase muere dentro de su boca cuando siente las puertas abrirse una vez más. Si ya había maldecido antes, ahora lo vuelve a hacer mucho más y con más ganas al encontrarse nuevamente con su querido jefe y su querida esposa. Había pensado que al salir rápidamente de la oficina podría dejarlos atrás, pero vaya, había perdido demasiado tiempo observando la lluvia.

Hinata regresa su vista al frente casi tan rápido como siente ambas miradas sobre ella. Una mezcla de emociones se instala en su pecho cuando no sabe si sentir solo tristeza o vergüenza de estar en esa situación.

—Vámonos a casa, estoy muy cansada.

—No debiste venir entonces —Hinata mira de reojo aún si no quiere. ¿Por qué era tan tosco para responder? Naruto abre uno de los dos paraguas que lleva y se lo entrega a Shion. — Puedes esperarme en el auto, para que no te sigas exponiendo al frío.

—No tardes, ¿sí?

—Está bien.

Hinata relame sus labios, intenta ignorar aquella conversación porque de todas formas no era asunto suyo, pero por más que lo intenta simplemente no puede hacerlo. No quería ser entrometida, pero ellos eran un matrimonio reciente y para nada actuaban como tal.

Ella aclara su garganta cuando decide arriesgarse a quedar empapada hasta lo más oculto de su ropa.

—Ten.

Hinata oye su voz con claridad. Es una palabra, una simple palabra. Una que intenta ignorar, pero como todo lo que ha intentado hasta ahora, no lo consigue.

—Hinata, te estoy hablando a ti.

—¿Qué? —responde, intentando no verse demasiado involucrada con él. No podía dejar de pensar en que el auto de Naruto estaba a solo unos metros de ambos, y con su esposa dentro de él.

—Toma uno —le tiende el paraguas que debería ser para él.

—No, gracias. Es tuyo.

—Tómalo.

—No lo quiero —niega.

Puede ver cómo Naruto rueda sus ojos y se acerca hasta ella con determinación. Toma su brazo más cercano y deposita el paraguas sobre su mano. Hinata no lo quiere aceptar, pero Naruto la suelta antes de siquiera intentar devolvérselo.

—Toma un taxi lo más pronto que puedas, la lluvia al parecer no se detendrá.

—No necesito un paraguas —insiste.

—En un día de verano podría creerte algo así —Naruto le da una última mirada antes de dar un paso directo hacia la lluvia. — Ve con cuidado a casa, por favor.

Hinata, aferrándose al paraguas que le acaban de entregar, ve cómo Naruto se sube al coche recibiendo por supuesto unas cuantas gotas de lluvia encima. Él parte, y ella se queda de pie, estática.

¿Cómo podía describir su sentir en un momento así? Él... simplemente se acababa de ir con la mujer con quién realmente debía estar.

—Es su esposa, Hinata —murmura contra sí misma a regañadientes. — Ella, no tú.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora