Hinata leyó aquel Te extraño un sinfín de veces, incluso hasta la madrugada. Sería un error responderle y lo sabía, pero en el fondo, muy en el recóndito de su ser, lo único que quería era decirle que ella lo extrañaba de la misma forma y con la misma fuerza, que moría por él... Pero nada de eso podía salir de su boca.
El fin de semana fue tan aburrido como de costumbre. No tenía amigas cerca, solo compañeras de trabajo que le caían lo suficientemente bien. Y claro, tampoco tenía ánimos para salir de casa. La lluvia no paró ni Sábado, ni Domingo. Y para la mañana del Lunes continuaba tan fuerte como los días anteriores.
Lo había pensado mucho antes de salir de casa y sí, debía devolver el objeto a su dueño original, así que lo utilizaría una última vez. De la suerte quizás y la lluvia no era tan terrible durante la tarde.
Saluda cordialmente con sonrisas o asentamientos leves de cabeza mientras se acerca al ascensor que la llevaría hasta su oficina compartida. Sus pura con cierto nerviosismo, sintiéndose inquieta de tan solo pensar que por delante se venía otra semana llena de situaciones ansiosas que tendría que evitar.
Antes que las puertas del ascensor se cierren, nota que alguien lo impide. De inmediato se abren otra vez. No puede evitar sorprenderse al verle tan temprano. Casi nunca coincidían a esa hora, menos en el ascensor.
Naruto entra, posicionándose detrás de ella. Hinata retiene el aire, aspirando su aroma como si aquello fuera una tortura. Lo siente tan cerca que si propio cuerpo reacciona ante ello sintiéndose débil, sus piernas tiemblan, su corazón se descontrola. Y entonces, puede oír su voz. Y junto a ello, el pequeño susurro contra su oído.
—Buenos días.
Hinata cierra sus ojos con fuerza al sentirlo tan cercano. No quiere moverse ni un poco, sabe que cualquier paso que dé será podría ser muy significativo.
—Bu-Buenos días —su voz le traiciona y se maldice por eso.
No lo ve, pero lo puede imaginar con una sonrisa de suficiencia en el rostro. Si había algo que Naruto sabía, era lo que causaba en Hinata, los efectos que producía en ella con su cercanía, con sus palabras, con su toque... Vaya, cuántas ganas tenía de poder tocarla en ese preciso momento.
—¿Qué piensas de mi mensaje?
Hinata rasca su cuello, alejándose un poco más de él. Sentirse tan cercana y expuesta a Naruto le hacía sentir muy desesperada, vulnerable. Odiaba sentirse vulnerable.
—¿Cuál mensaje?
—El que te envié el viernes...
Hinata relame sus labios, cuenta los números del ascensor y sabe que todavía falta tiempo para llegar. Lo único que puede hacer ahora es rogar porque algún tercero interrumpa esa conversación. Es lo que más desea.
—¿Sobre si llegué bien a casa? Sí, llegué bien. Gracias por preguntar.
—Sabes que no hablo sobre eso, es decir... me alegra que hayas llegado bien a casa —Naruto toma a Hinata suavemente por el brazo, haciendo que voltee hacia él. Ella le rehuye la mirada, sin saber hacia dónde mirar realmente. — Pero sabes que no me refiero a ese mensaje en específico.
Sabía a cuál se refería, por supuesto que lo sabía. ¿Pero que debía decirle? ¿Ser honesta y dejarse caer a sus brazos, a sus besos? ¿O continuar con la barrera que ni tan bien le había resultado?
—No sé de qué hablas —niega, moviendo su cabeza.
—Te extraño.
Leer un mensaje con esas palabras era una cosa. Oír aquellas palabras salie de su propia boca, era otra muy diferente.