30

1.3K 115 24
                                    

—No. No. No. ¡No! —Shion grita con toda libertad, sabiendo que absolutamente nadie dentro de aquella casa solitaria podría oírle. Ni siquiera sus vecinos.

Arroja el teléfono con fuerza, sujetando su rostro fuertemente con sus dos manos. La ira le recorre el cuerpo mientras sus ojos se llenan de las lágrimas más ácidas que pudieran existe.

—Maldito seas, Minato. Maldito seas...

Finalmente, las cosas no salieron como se supone que deberían. El maldito padre de Naruto no fue capaz de hacerle reaccionar, se suponía que una vez que hablara con él todo volvería a ser cómo antes, pero no.

—Maldito seas tú también, Naruto... —susurra llena de odio. — ¿Dónde estás? ¿Dónde demonios te has metido? ¿Por qué no vienes a darme la cara? Malnacido... Te arrepentirás...

Shion se arrastra por la cama hasta llegar a la mesita de noche que se encuentra en el lado derecho. Abre el cajón con fuerza y toma entre sus manos los papales del divorcio. Estaban dañados, arrugados y un poco rotos. Shion se había negado a poner su forma en esos asquerosos papeles y la verdad es que no lo haría. No le daría el divorcio. Naruto no tenía derecho a ser feliz. Naruto no tenía derecho a conocer el amor y absolutamente no podría haber una sola mujer en el mundo que pudiera atreverse a poner sus ojos en él.

La única mujer en su vida debía y tenía que ser ella, no podía existir otra. Shion es su esposa, tenía esa ventaja por encima de cualquiera que se atreviera a intentar tomar su lugar. Lo único que le hacía falta ahora era llevar un hijo de Naruto en su vientre y ésta vez de verdad. ¿Pero cómo? ¿Cómo hacerlo?

Shion observa los papeles entre sus manos una vez más antes de arrugarlos por completo y lanzarlos lejos de ella. Le enfermaba la sola idea de imaginarlo con otra mujer. Esa maldita que siempre estuvo entre los dos, esa mujer que no le permitió ser feliz al lado de su marido. La encontraría, de eso estaba segura. Ahora que Naruto se creía un hombre libre de seguro tendría la desfachatez de irse con ella.

—Voy a encontrar a esa maldita mujer... —susurra viendo un punto fijo en la habitación. — Voy a encontrarla y le haré pagar caro.

Nuevamente busca algo dentro del cajón de la mesita de noche, dando con una fotografía que también parecía un poco vieja. También se veía arrugada, y es que en sus momentos más tristes y solitarios Shion se molestaba bastante con Naruto y arrugaba aquella fotografía una y otra vez, luego se arrepentía e intentaba regresarla a su manera original pero cada vez era más difícil hacerlo.

Aún así, el rostro de Naruto, su sonrisa, sus ojos azulados, absolutamente todo de él podía apreciarse sin problema.

Shion desliza su dedo índice por encima de la fotografía, acariciando el rostro de Naruto como jamás pudo hacerlo en todo un matrimonio a su lado.

—Eres mío —susurra, sonriéndole a la fotografía. — Eres sólo mío, nadie podrá arrebatarte de mi lado. Espero disfrutes tu tiempo lejos de casa, porque jamás podrás separarte de mí otra vez.










—¿Qué haces? —Hinata ríe cuando Naruto cubre sus ojos antes de que las puertas del ascensor pudieran abrirse. — No quiero tropezar.

—Confía en mí, preciosa. No te dejaré caer —Naruto avanza con Hinata delante de él, cubriendo sus ojos aún. — Sólo no abras tus ojos o estarás haciendo trampa.

—¿Qué es esto? ¿Una sorpresa?

—Hmm, algo así. No puedo decírtelo —canturrea Naruto. — Ahora quitaré mis manos pero tú permanecerás con tus ojos cerrados. ¿Entendido?

—¿Por qué tanto misterio?

—No puedo decirte —insiste. — Soy tu jefe, debes obedecer.

—¡Oye! —Hinata sonríe en grande. — Eso es trampa.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora