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Al bajar del coche y entrar a la empresa, el mundo de Naruto parece ir más lento que de costumbre, incluso si todo parece estar igual que siempre. Recibe los saludos de todas las mañanas, las mismas miradas y las sonrisas discretas. Naruto las devuelve de la misma manera, con la diferencia de que ese día en particular era muy distinto a los demás.

Naruto entra al ascensor procurando que su apariencia continúe tan pulcra como cada día. Alisa su ropa con las manos y le da un último arreglo a su corbata antes de que las puertas se cierren. Entonces nota que alguien más se encuentra con él ahí dentro.

Era un hombre, cabello castaño y casi de su mismo porte. Lleva un traje negro no idéntico al suyo pero parecido. Lo conocía de nombre, sabía que era su empleado. Kiba Inuzuka.

Él, como si supiera que lo estaba viendo de arriba abajo, voltea hacia Naruto con su típica mirada seria y sin ganas de ser amistoso. Kiba no lo era en lo absoluto. Al menos no con desconocidos. Claro que Naruto es su jefe, pero eso no quiere decir que lo conozca.

Ambos se observan brevemente y sin saberlo, la misma persona pasa por sus mentes por dos razones casi idénticas.

Hinata.

Naruto dirige su mirada al centro, corta el contacto visual con Kiba sabiendo que él haría lo mismo. Naruto recarga su cuerpo contra el ascensor aún con Hinata metida en su cabeza, recordaba haberlos visto a ambos muy alegres y conversadores hace tiempo atrás, cuando las cosas entre los dos no iban para nada bien.

¿Qué tipo de relación tenían además de la laboral?

No es que Naruto siguiera a Hinata a todos lados o tuviera alguna cámara escondida en sus pertenencias como para saber qué es lo que hacía todo el tiempo, pero conocía a su chica perfectamente bien y sabía que no tenía grandes amistades, de hecho no las tenía. Y menos en el trabajo.

Naruto resopla, echándole un vistazo a su reloj. Pronto su padre y él se verían cara a cara. No sabía qué tan preparado estaba para ello, pero sí muy dispuesto a no ser el perdedor en esa conversación que si bien, podría contarle absolutamente todo, no le costaría el amor de Hinata. Su padre no le arruinaría su felicidad ahora que por fin la tenía.

Las puertas del ascensor se abren, Naruto nota que Kiba ya no estaba y ni siquiera se había dado cuenta de cuando había desaparecido. Se encoge de hombros. No le importaba. Ya habría tiempo para preguntarle a Hinata qué tan amiga era de ese sujeto, sólo por curiosidad.

—Buenos días —saluda a nivel general.

Recibe de inmediato saludos a cambio, y tras ello Naruto se refugia en su oficina. La llegada de Hinata estaba pronta, pero no podía tener a su padre y a Hinata en el mismo lugar. Su padre era un hombre muy perceptivo y no quería arriesgarla a estar en la mira de Minato.

Finalmente toma asiento, dejándose caer contra la silla. Pese a todo lo que se venía en su vida de ese momento en adelante, Naruto se sentía feliz, alegre. Sabe que los retos para él estaban a la vuelta de la esquina pero no estaba completamente solo y eso le aliviaba.

Naruto:

¿Vienes en camino?

Hinata:

Ya casi estoy allá. ¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿Ya hablaste con tu padre?

Naruto:

Tranquila

Aún no

Apenas y acabo de sentarme

Sólo quería saber si te ibas a tardar

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora