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Las puertas del ascensor se abren frente a ella. Duda, antes de salir, pero finalmente y tras un pequeño suspiro, lo hace.

La mayoría de sus compañeros ya están en su lugar de trabajo. Los metros hasta la oficina son pocos, pero Hinata cree ver un pasillo que se aleja cada vez más de ella. Está ansiosa, nerviosa. No pudo descansar con tranquilidad, en todo momento tuvo presente la absurda discusión entre Naruto y ella.

¿Otro hombre? ¡Que tontería!

—Es un idiota —susurra, posando su mano en el pomo de la puerta.

Tiembla, duda, se pregunta si es buena idea asistir a trabajar. ¿Tal vez debería cambiar de trabajo? ¿Irse a vivir más lejos? Quizás buscarse un jefe nuevo con quién si pudiera ser profesional desde el primer momento y compartir solo la oficina, nada más allá de eso.

Hinata sabe que muy probablemente Naruto ya se encuentra detrás de su escritorio. También sospecha que tiene muchas miradas sobre ella en ese momento, pero, también cree que esas miradas son falsas, y que todo es parte de la paranoia que está comenzando a sentir. Ella sólo era una chica ilusionada por tener su primer empleo y ser independiente, ¿cómo es que su vida había dado ese vuelco?

¿Cómo había terminado así?

Finalmente, gira el pomo, suspira, y entre pequeños temblores, abre la puerta. Está ansiosa, muere de nervios, pero pese a eso y más, entra y camina hacia su propio escritorio como todos los días, ignora el latir apresurado y nervioso de su corazón. Ignora también la potente mirada que le da su jefe, siguiendo cada movimiento que hace; desde que se quita el abrigo, hasta que toma asiento, acomodándose sobre su silla.

—Por fin llegas —Hinata contiene la respiración. — Te estaba esperando.

Naruto analiza la expresión fría de Hinata, ella parece no reaccionar a sus palabras. ¿Qué estaba tramando?

—Tenemos que hablar —insiste.

—¿Asuntos de trabajo? —Hinata agradece que su voz no le traicione como acostumbra a hacerlo.

Naruto chasquea la lengua, poniéndose de pie.

—Sabes que no me refiero a eso.

Hinata teclea la contraseña de su laptop, sin siquiera devolverle la mirada. Podía sentir los ojos azulados de Naruto sobre ella poniéndole de los nervios. ¿Por qué? ¿Para qué? Tal vez si lo ignoraba...

—Sabes bien que no hablo de asuntos de trabajo.

Bien, tal vez ignorar no va a ser la mejor opción.

Hinata suspira fuerte y claro contra él.

—Creo que fui muy clara la última vez que hablamos.

—No. No lo fuiste —Naruto posa una mano sobre el escritorio de Hinata.

«No lo mires. No lo mires. No lo mires. No lo mires. No lo mires. No lo mires. No lo mires. No...» piensa Hinata una y otra vez. Mantiene su vista fija en la pantalla frente a ella.

—¿Sabes? Me gusta que me miren cuando hablo con alguien —Naruto posa su mano sobre la parte trasera de la laptop, cerrándola.

—Oye —espeta Hinata, finalmente devolviéndole la mirada.

—Al menos funcionó —Naruto se cruza de brazos, manteniendo una mirada seria. — ¿Vas a explicarme que fue todo eso?

Hinata lo observa por pocos segundos, sin embargo fueron suficientes para detallar cada rincón de su rostro. Había extrañado verlo, no podía negarlo. Extrañaba ver de cerca sus ojos azules, tocar su rubio y sedoso cabello. Sentir su cuerpo cerca del suyo, sus manos sobre su cuerpo, sentir sus labios, el calor de sus besos. Quería todo eso, pero sabía que era mucho más difícil, no podía desearlo, pero lo hacía. No podía quererlo, pero lo hacía, amaba a Naruto Uzumaki y maldecía que todo fuera tan complicado para los dos.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora