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Naruto se había vuelto loco después de saber que se convertiría en padre. No tenía ni la más mínima idea de como afrontaría la paternidad una vez que tuviera a su pequeño retoño entre sus brazos, pero de lo que sí estaba seguro es que daría todo de sí para entregarle lo mejor.

Lo decidió desde el momento uno. Haría todo lo posible porque su hijo y su mujer lo tuvieron todo.

Sin duda todo el proceso del embarazo le parecía emocionante aún si Hinata no estaba de acuerdo con él. Ella por supuesto se había llevado la peor parte al todavía sufrir de muchas náuseas en las primeras horas del día, no había un solo alimento que pudiera ingerir con tranquilidad. Pero eso duró solo unos días más porque en su primera cita con la ginecóloga ella le recetó unas benditas y maravillosas pastillas para los mareos.

—¿Está segura que no le hará daño? —había preguntado Naruto aquella ocasión. Se sentía dudoso y temía de absolutamente todo.

—Por supuesto que no —ella ríe mientras le explica una vez más lo que las pastillas harán en ella. Padres primerizos y asustadizos conoce casi todos los días por lo que para ella esas actitudes dudosas y protectoras son totalmente normales.

Ese mismo día Naruto había tomado la mano de Hinata con fuerza mientras la ginecóloga hacía lo suyo. Ella puso un gel frio sobre su estómago y le advirtió que era bastante frío. Hinata asintió y sólo dejó ver una pequeña mueca inconforme que de inmediato fue reemplazada por los nervios cuando ella apuntó hacia la pequeña pantalla que se encontraba su costado.

—¿Ven está pequeña cosita de aquí?

Hinata asiente y Naruto entrecierra sus ojos hacia la pantalla.

—¿Una mancha? —pregunta con el ceño fruncido.

—Esa pequeña “mancha” en realidad es su bebé —apunta. — Claro que es muy pequeño aún para poder distinguir sus partes principales, pero ahí está, creciendo sano y fuerte.

—¿Aún es demasiado pronto para saber qué es?

Ella asiente y Naruto suspira con decepción.

—Pero, si lo desean pueden escuchar su corazón.

—¡¿De verdad?! —una sonrisa emocionada se muestra en el rostro de Naruto.

—Claro. ¿Quieren oírlo?

Naruto asiente con efusividad.

—Por favor —Hinata también asiente sintiendo la conmoción desde antes que esos pequeños ruiditos llenen sus oídos e inflen su corazón.

—¿Son... Son los latidos de nuestro hijo? —siente las lágrimas llenar sus ojos cuando Hinata le da un leve asentimiento de cabeza, también muy emocionada por lo que está escuchando. — Son... Son muy fuertes —susurra pegando su cabeza a la de Hinata, siente como ella acaricia su espalda y no entiendes cómo es ella quién lo consuela.

—¿Verdad que sí? —susurra también, sintiendo sus propias lágrimas acariciando su rostro.

Y desde entonces no hubo un sólo día en que no pensara cuánto ansiaba tener a aquel pequeño en su vida, pudiendo verlo, escuchando su voz, o sus balbuceos. Ver a Hinata siendo madre, ser él el padre que siempre soñó. Gracias a ese hijo que venía en camino su vida parecía estar completa, teniendo dos razones muy fuertes para existir.

—¿No crees que es muy pronto?

—¿Pronto? ¡Quiero que tengamos todo para cuando nuestro hijo nazca!

Naruto se había mostrado muy emocionado con la idea de preparar el cuarto para el bebé. La idea de buscar un departamento más grande se había paseado por su cabeza también, siendo una idea bastante tentadora que Hinata claro que no aprobó.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora