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Shion observa desde el segundo piso a Naruto, cómo termina de arreglarse para pronto ir al trabajo. Le echa un vistazo fijo a cada movimiento que hace, desde que toma las llaves, abre la puerta y enseguida desaparece.

Suspira, cerrando la puerta. Nuevamente había rechazado sus acercamientos, una vez más ignoró sus esfuerzos, ni siquiera le dió una probada al desayuno que tanto se esmeró por hacer. Igual que todos los días, igual que los últimos meses. Naruto poco a poco estaba volviendo a ser el mismo idiota desinteresado de siempre, y Shion sabía muy bien que no podía permitir que eso suceda.

Después de tanto tiempo fin había logrado obtener al menos una parte de su tiempo y atención. Finalmente Naruto se comportaba con ella como siempre había querido, pero todo apuntaba a que sus días de suerte se estaban acabando. Por lo menos antes le prestaba más atención a sus palabras, reía a su lado aunque fuese por un segundo, pero ahora...

Lanzándose de espaldas a la cama, alza su brazo, el cuál antes estaba cubierto por un yeso. Ahora podía moverlo con normalidad, ya no necesitaba ayuda de nadie para hacer ciertas cosas y eso comenzaba a molestarle.

No necesitaba de su madre ni de una maldita enfermera que le ayudara a tomar un cubierto, necesitaba que fuera su esposo, Naruto, quién se diera la tarea de ayudarle. Demonios... Shion no podía simplemente lanzarse por las escaleras cada vez que quisiera atormentar a Naruto, o demandar un poco de su atención. Si lo hacía de nuevo, era muy probable que no tuviera la misma suerte, o bien él podría dedicarse a ella a tiempo completo.

Tal vez, en el fondo, no era una idea tan mala.

Aunque quizás debía dejar aquello como una última alternativa, algo que cubra el desespero en caso de que nada funcione a su favor...

Y hablando de eso, las cosas ya no estaban de su lado.

—Maldita sea —susurra, sentándose sobre la cama. Observa su vientre plato, el cuál en realidad no había cambiado mucho. — Eras la única razón por la que Naruto y yo nos casamos —de pronto, posa una mano sobre él dando pequeñas caricias. — ¿Por qué fui tan estúpida? No debí acabar con esto tan pronto...

Poniéndose de pie, observa sus manos, su cuerpo. Luego, frente al espejo colgado en la pared, observa las facciones de su rostro.

—Eres una mujer atractiva, Shion —dice para sí misma. — Lo sabes, los hombres lo saben y Naruto también lo supo en su momento... —murmura llevando una mano hasta su mejilla. Toca su cabello y juega con algunos mechones rubios que se encuentran desatados por ahí. — Ahora él es un idiota que no se da cuenta de lo que tiene pero... pero muy pronto tendrá que arrepentirse por ello, sí... —asiente, una sonrisa se va formando en su cara.

Shion nuevamente lleva una mano a su vientre, acariciándolo mientras cierra sus ojos y sonríe por ello.

—Pronto tendrás una razón para ya no separarte de mí... —susurra, abriendo sus ojos para verse al espejo. — Y ésta vez me encargaré de que sea real.











Sin darse cuenta, Naruto había regresado a su rutina de siempre. Era la única forma en que podía afrontar la tristeza por vida que estaba llevando. No importaba cómo, pero estar encerrado dentro de esa oficina era cien veces mejor.

Convivir con Shion era realmente difícil. Y mucho más de lo que había creído. Tras la pérdida que manos habían sufrido, creyó que tal vez podría ser más pasable tratar con ella, pero definitivamente se había equivocado. De algún modo u otro, ambos habían vuelto al comienzo de todo. Ella haciendo de todo para captar su atención y Naruto huyendo de ella tanto como le fuera posible.

¿Qué más podía hacer? No sabía cómo estar cerca de ella, sabía que Shion no estaba atravesando por un momento fácil y por lo mismo no quería ser hiriente con ella. Intentaba manejar su carácter como mejor podía, pero sus insistencias muchas veces le hacían perder la paciencia. Por más que quisiera no ser un imbécil, todo parecía apuntar que no había forma de hacerle entender que ella no era la mujer a quién realmente quería.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora