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Claro que Hinata no estaba de acuerdo con la violencia, pero tampoco le gustaba la idea de que alguien el robara un beso. Y más aún, que ese alguien fuera su jefe. Esa fue la razón de su reacción.

Tras marcharse de la oficina y fingir ante el resto del mundo que aquel gesto de su parte no había alocado ciertas cosas en ella, lo primero que pensó después de un rato fue que al día siguiente no tendría que regresar. Es decir, acababa de darle una fuerte bofetada a su jefe. Su jefe. Lo que Hinata pensaba que es que ya podía darse por desempleada una vez más. Ah, la vida laboral a veces era un caos.

Y aunque había lloriqueado escondida en el baño, la vida continuaba. Y por eso es que se plantó en la oficina con el mismo semblante de todos los días, a la espera de que fuera el mismo Naruto quién le diera la noticia que tanto esperaba. Noticia que a sus oídos nunca llegó, pues el resto del día no hubo interacción entre ellos. Y eso fue lo que más le sorprendió. ¿Es que acaso el hombre no conocía lo que eran las disculpas?

Hinata había decidido no hacer un lío en su cabeza pensando demasiado en algo que para ella no tenía sentido. Tal vez lo único que quería era probar con el tipo de mujer con quién trabajaba, aunque no estaba muy de acuerdo con sus métodos. De todas formas, continúo asistiendo a su trabajo como la mujer responsable que era, sin contar con que su jefe tenía todas las dobles intenciones con ella.

Intenciones que Hinata por supuesto ignoró.

Chocolates, rosas, dulces. A diario en las mañanas solía encontrar ese tipo de cosas encima de su escritorio, cosas que no tardaba en desechar dentro del pequeño basurero que tenía justo a un lado. Para cuándo Naruto aparecía, poco a poco dejó de sorprenderle ver sus propios regalos ahí tirados.

Y aunque Hinata creyó que esa forma de actuar sería suficiente para cansarle, una vez más se equivocó rotundamente con él.

Lo que colmó su paciencia tras un sinfín de intentos por parte de Naruto, fue aquel collar ridículamente caro entre sus cosas. ¿Cómo era posible que fuera tan inconsciente con su propio dinero? Eso sin duda le había sacado de sus casillas. Ella, en su lugar, no podría costear algo así ni en un millón de años, precisamente por ello es que ese tipo de detalles no le emocionaban ni un poco, porque jamás había podido hacerse la sola ilusión de tener uno entre sus manos. Pero para él, todo era más sencillo, simplemente poner el collar en su escritorio y entonces Hinata debía saltar a sus brazos. Porque eso era lo que él quería. ¿No es así?

No, definitivamente no podía dejarlo pasar.

Y aunque estaba realmente decidida a no ceder a sus intentos de ser encantador, al final de cuentas Naruto terminó por tener un punto dentro de todas las cosas que Hinata veía como negativas. El hombre, tan descarado como sólo el podía ser, no había dudado ni un segundo en hacerle saber que efectivamente su físico le atraía, le gustaba. Y claro, aunque aquello llegó a ofenderle, Hinata no podía negar que en cierto modo tenía razón, era lo único que podía gustarle de ella mientras no supiera nada más de quién era Hinata Hyuga, fuera de ese físico infartante.

Aceptó una salida con él. Una cita, como Naruto le llamó cuántas veces pudo. Para Hinata era la prueba de fuego, para llegar al final del camino de una vez por todas y que si teoría se comprobara, los dos no podían estar juntos tanto por lo económico como por todo lo demás. O eso es lo que ella quería forzarse a creer. Veía a un hombre apuesto, y por supuesto se le hacía atractivo, pero también su cabeza le gritaba que era todo lo que podía encontrar en él, mientras ella buscaba algo mucho más. Sí, podría ser una tonta romántica, pero quería ser feliz en su vida con un solo hombre. Y mientras no lo encontrara, entonces no se arriesgaría a ello.

Pero, una vez más, sus cálculos fueron erróneos.

Resulta que Naruto era mucho más interesante, mucho más divertido de lo que aparentaba. Pero incluso detrás de eso, Hinata tenía la duda respecto a sus intenciones con ella. Es decir, él, en sí, era un hombre atractivo y encantador, eso no había quién pudiera negarlo. ¿Pero por qué se había esmerado tanto en llevarla a cenar, en darle detalles, en insistir querer conocerla? ¿Todo para llevarla a la cama?

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora