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Se siente fatal.

No sabe cómo ya sobrevivido la noche entera pero ahí está, de nuevo con esas tontas náuseas que no le dejan ni siquiera respirar en paz. Es su segunda mañana en la que no tiene control alguno de los que come y lo que no, porque las ansias son tan grandes que hasta ella se desconoce.

El cuerpo le duele, la cabeza, el estómago, hasta respirar es un problema porque siente que todo le duele el doble. Definitivamente no debió comer ese trozo de pastel de queso. De tan sólo pensar en ello el estómago se le revuelve y los ojos le lagrimean por las arcadas.

—Dios… no volveré a comer pastel de queso otra vez —menciona en voz baja, abrazando la almohada más cercana.

A su lado, Hanabi alza una ceja.

—¿Estás segura que es culpa del pastel de queso?

—Por supuesto… de seguro estaba en mal estado…

—Claro, en mal estado —repite en voz baja. — ¿No quieres un té de menta? Ayuda al malestar estomacal.

Hinata tiembla de la sola idea de pensar en un té. Al igual que con el pastel de queso, rechaza totalmente la idea.

—Gracias, Han. Pero prefiero dormir un rato… —suspira, acomodando su cuerpo. — Sé que prometí que iría contigo a la feria que me mencionaste…

—Está bien si no puedes venir… —suspira.

—No, no está bien —Hinata niega. — Déjame dormir al menos una hora y prometo que iré contigo. Mañana es año nuevo, no quiero que te pierdas la oportunidad de ir antes de que se acabe.

—Mhm —Hanabi lo duda un momento. — Está bien, pero solo vendrás conmigo si te sientes mejor.

—Tranquila, así será —Hinata intenta brindarle una sonrisa tranquilizadora a su hermana porque nota en su rostro la preocupación que siente por ella. Por supuesto que no quiere preocuparla ni nada parecido pero tal parece que es lo único que está consiguiendo. — Sólo dormiré un momento —dice para sí misma una vez que se encuentra a solas en su habitación.

Acomoda su cuerpo contra la cama buscando una posición más cómoda porque incluso la espalda le duele. Diablos… y se supone que Hinata es una mujer joven.







Ojos azules.

Cabello rubio y brillante.

Una linda y tierna sonrisa… y unos pequeños dientes apenas asomados en su pequeña boca.

—Que lindo…

Esa voz… es su voz.

No puede verse a sí misma pero reconoce sus manos, reconoce sus palabras, pero no logra reconocer a ese pequeñito que se muestra muy feliz de verle. No sabe quién es, pero su rostro le es tan familiar que pensar en ello le causa escalofríos.

—Que lindo… —murmura nuevamente. — Que lindo bebé.

Bebé.

¿Bebé?

Abre sus ojos con lentitud. Todavía siente su cuerpo ligeramente adormecido pero poco a poco recuerda dónde se encuentra. Todavía abrazada a la misma almohada nota que aún es de día, también recuerda a su hermana y por supuesto no pasa por alto el que le ha prometido ir con ella a una pequeña feria que se ha puesto cerca de casa.

Gira sobre su cuerpo quedando de espaldas sobre la cama. Sus ojos recorren el techo blanco y aburrido. Una sensación extraña se instala en la boca de su estómago pero está segura que no tiene nada que ver con vómitos o algo parecido. De hecho ya no tiene náuseas, su cuerpo tampoco se siente tan cansado y eso para ella es maravilloso. No sabe de dónde viene tanto malestar, pero supone que esa carga emocional que lleva sobre la espalda tiene mucho, o tal vez todo que ver.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora