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Ese hijo… es mío…

Naruto cree escuchar todo lo que Toneri tiene por decir después de eso, pero la verdad de todo es que se ha desconectado completamente de la realidad.

Puntos rojizos se muestran por todas partes, tiene que cubrir sus ojos con una mano y cerrarlos con fuerza para dejar de verlos. Respira hondo tantas veces que sus pulmones arden, porque si hay una cosa que logra entender detrás de todo, es que no puede perder el control. Al menos no delante de todas esas miradas que ya había puesto sobre él anteriormente.

Siente irá, furia, asco. Sabe que no debe admirar demasiado todo lo que Shion ha hecho porque en ese maldito juego matrimonial Naruto tampoco supo seguir las reglas, pero él jamás tuvo una mala intención de por medio. ¿Intenta justificarse con eso? Probablemente, pero es la verdad. Naruto no amó a Shion ni siquiera en ese tiempo en que Hinata todavía no llegaba a su vida.

Casarse con ella jamás estuvo en sus planes de no ser por esa maldita mentira en la que Shion envolvió a él y a todo el mundo. Le creyó, le tuvo que creer porque en su mente ella no podía estar mintiendo con algo así. Por Dios, ella no podía jugar con la vida de otro ser.

Pero se aventó por las escaleras.

Mierda. Está hasta el cuello.

—¿Naruto? ¿Estás bien?

Voltea sus ojos hacia Jiraiya cuando él posa una mano sobre su hombro llamando su atención. Lo único que quiere es echarse a reír al pensar en si de verdad esa pregunta es apropiada. ¿Bien? ¿A qué demonios se le puede llamar bien después de escuchar una verdad tan asquerosa? ¡Está en un maldito hoyo del que no puede salir por culpa de esa maldita mujer!

—¿Bien? —murmura. Una sonrisa agria crece en sus labios cuando lo piensa con detenimiento, y también entiende que eso es lo peor que pudo hacer. Niega, pero la sonrisa no desaparece. — No. Maldita sea, no lo estoy.

—Escucha…

—Yo no debería estar aquí —sus ojos se pasan en Toneri. Tiene esa maldita expresión de culpa que a Naruto de nada le sirve, porque para él su verdad y todo ese arrepentimiento ha llegado tarde. Demasiado tarde. — ¿Sabes dónde debería estar? —pregunta hacia él.

Toneri parece notar la evidente molestia en sus ojos, en su voz. Niega, sabiendo que es lo único que puede hacer.

—Con mi mujer.

Toneri asiente tras un suspiro.

—Entiendo…

—No. Definitivamente no logras entenderlo —espeta. Su mandíbula se aprieta cuando junta sus dientes con fuerza. Sus puños están cerrados, tiene que batallar con las ansias de romper sus nudillos contra el rostro de Toneri. — No logras entender lo que estoy sintiendo en este momento porque no es a ti a quién le han arruinado la vida. Porque eso es lo que Shion y tú han hecho. ¿Lo sabes?

—Lo sé.

—No lo sabes —gruñe. — No puedes saberlo porque aunque Shion no te haya correspondido jamás, ella no te arrebató nada como ustedes lo hicieron conmigo. Ese maldito juego sucio del que fuiste parte alejó de mi lado a la única persona que he querido muchísimo más de lo que tú podrás querer a Shion —cada palabras sale de su boca con rabia, lenta y dolorosa. — Debería romperte cada uno de tus malditos dientes —susurra aproximando su rostro hacia él. — Debería cobrar contigo todo lo que ella nos hizo a Hinata y a mí.

—Naruto —Jiraiya interviene.

—Pero no lo voy a hacer —empuja su silla hacia atrás, poniéndose de pie. — Vas a entenderte con mi abogado hasta que él crea que ya has hablado suficiente. Yo ya no quiero escucharte más porque no sé de lo que voy a ser capaz.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora