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Naruto toma asiento sobre la cama sin hacer ruido porque Hinata aún duerme. Ya le tiene el desayuno preparado, pero ella luce tan preciosa dormida que no tiene el valor suficiente para despertarla.

Quiere apreciar esos pequeños momentos que la vida le regala, porque aunque es un hombre muy enamorado de su mujer es también un hombre muy ocupado por el trabajo. Por eso quiere atesorar cada una de esas instancias dónde tiene a Hinata sólo para él.

Y también lo haría los suguientes días, ya que había preparado una sorpresa de ensueño para ambos. Al día siguiente era navidad y sólo unos días más tarde el cumpleaños de Hinata. Tenía dos fechas importantes a la mano y no desaprovecharía ni una sola para hacerle saber a Hinata cuánto la amaba.

Y aún si no quería despertarla, decide que ya es hora. Aún si al día siguiente no debía levantarse a trabajar, esa mañana sí. Lo único bueno del día es que Naruto había autorizado a sus trabajadores a salir más temprano de lo usual. Y por supuesto eso también lo beneficiaría a él.

—Hinata —posa toma mano primero sobre sus piernas, luego sube mientras inclina su cuerpo para tocar su cintura por encima de la ropa. — Mi vida, tienes que despertar.

Hinata se remueve sobre la cama, toma las cobijas y se cubre hasta la cabeza mientras balbucea un par de palabras que Naruto no logra comprender.

—Vamos, tienes que despertar —Naruto le quita las cobijas del rostro viendo todo su cabello encima de su rostro. — Hinata, es hora de ir al trabajo.

—¡¿Voy tarde?! —Hinata de pronto toma asiento sobre la cama, asustada, recién despertada y un poco acelerada ante la idea de llegar tarde.

Naruto no puede evitar carcajear ante la imagen que tiene en frente. Hinata lleva todo el cabello desordenado y esponjado sobre el rostro, hasta está seguro de ver un hilo de saliva que va desde su boca hasta su mentón.

—No, mi amor —Naruto le ayuda a quitar el cabello del rostro. — Tu desayuno ya está listo y es mejor que lo comas ahora.

—¿Es mentira que debo ir a trabajar?

Naruto niega, lamentablemente para él.

—No, lamento decirte que es martes. ¿Es que acaso lo olvidaste?

Hinata abulta sus labios en un puchero un tanto pronunciado, sus ojos brillan con un toque de desilución ante la idea de tener que levantarse temprano. Aquello no fue un problema antes, por lo que no entendía por qué ahora sí.

—No sé —bufa, pasándose las manos por el rostro. — ¿Qué hora es?

—Siete y veinte —Naruto le echa un vistazo al reloj en su muñeca.

—Mi alarma debió despertarme hace veinte minutos... —murmura.

—Ah, sí. Anoche la apagué —responde con naturalidad.

—¿Hiciste qué? —Hinata busca su teléfono entre las sábanas hasta dar con él. Naruto realmente había apagado su alarma y las que veían después de esas. — ¿Por qué? —Hinata frunce el ceño.

—Porque no me dejan dormir —Naruto le pellizca la mejilla ignorando la mirada que Hinata le da. — Anda, come tu desayuno y luego me agradeces que te haya dejado dormir veinte minutos más. Tienes un horario bastante estricto.

—Eso tú ya lo sabías —bufa, recibiendo la bandeja con su desayuno encima de sus piernas. — Oh... —la mirada de Hinata de un momento a otro parece iluminarse. — ¿Tú preparaste todo esto?

—¿Por qué te sorprendes? —pregunta con una pizca de gracia. — Ya lo he hecho antes.

—Ante, antes. Mucho tiempo atrás —hace referencia a cuando nada de lo que pasó en sus vidas aún sucedía. Con sus dedos Hinata toca uno de los pétalos de la rosa roja que está dentro de un pequeño florero. Admira el sándwich, la taza de té y el jugo de naranja. También el pequeño tazón con fruta. Su estómago reacciona a la imagen que sus ojos ven, tenía más hambre de la que pensaba. — Se ve delicioso...

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora