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Frustrada, borra la misma frase que ha escrito hasta cinco veces en ese mismo minuto. Intenta ignorar la mirada que viene del otro escritorio, porque mientras más protagonismo le da, peor logra concentrarse en todo lo que tiene que hacer.

Ajusta sus lentes en el puente de su nariz mientras decide comenzar de cero con la redacción del correo, y mientras lo hace, esos ojos azules intensos no se alejan de ella. ¿Qué quería? ¿Por qué llevaba tanto tiempo viéndola en silencio? Claro que quería saber la respuesta, pero lo que no quería era iniciar una conversación con él. Conversación que podía terminar con Hinata nuevamente sentada sobre su escritorio, con todas sus cosas regadas y con Naruto entre sus piernas mientras le devoraba los labios como un maldito necesitado.

Si se lo preguntaban, sonaba bastante tentadora aquella situación. Pero no, ella no podía caer, no podría decaer otra vez como lo hizo anteriormente.

Tenía que centrarse en su trabajo, en lo que sabía hacer bien. Naruto no iba a perturbar su tranquilidad... o al menos ella no le daría el gusto de saber que lo estaba haciendo, porque sí, bastante con saber que no dejaba de mirarla para que toda su concentración se fuera por un tubo directo a quién sabe dónde.

Hinata cierra sus ojos con insistencia. Si tan solo pudiera mover su escritorio hacia otro lado, tal vez así podría trabajar en paz.

Escribe. Escribe. Escribe y continúa escribiendo, pero nada resulta porque sus pensamientos están en muchas partes y una de esas partes era él. Lo ve de reojo, continúa mirándola de la misma forma que siempre lo hace cuando no está demasiado ofuscado con el trabajo. La ve de forma intensa y constante. Sonríe, pues ahora tiene la atención de Hinata, tal como lo había querido hace ya bastante rato.

—Te ves hermosa concentrada.

Hinata quería golpearlo, porque gracias a él concentrada era lo que menos estaba.

—Bueno, en realidad siempre te ves hermosa.

—¿Qué quieres? —pregunta sabiendo que su tono no fue el más amigable.

—¿Qué? ¿Esas son formas de responderle a tu jefe?

Hinata rueda los ojos y regresa su vista a la pantalla de su laptop.

—Mi jefe no me diría que me veo hermosa —murmura, sabiendo bien que Naruto le había oído claramente.

—Pues yo no puedo evitar decirte tus verdades —Naruto se encoge de hombros, juguetendo con la pluma entre sus dedos.

—Déjame trabajar. ¿Sí?

—Oh, ya veo. Estás estresada, ¿no es así?

Hinata resopla, ignorando sus palabras y el hecho de que se pone de pie yendo hacia ella.

«Sólo ignóralo» piensa, sin quitar la vista de la pantalla.

Continúa recitando esas mismas palabras incluso cuando siente su cuerpo pegado al de ella. Su espalda contra su pecho. No le hace caso. Le ignora. O eso es lo que intenta hacer mientras siente sus manos contra sus hombros.

—Efectivamente, estás bastante tensa —Naruto mueve sus manos por encima de los hombros de Hinata y también por su cuello.

Hinata no quiere admitir que tiene buenas manos para los masajes, de hecho, ni siquiera se lo haría notar. Se quedaría en silencio pensando que ese masaje se lo está dando su peor enemigo y de esa misma forma no lo disfrutaría para nada. En lo absoluto.

—¿Qué tal? Lo hago bien, eh —no lo está viendo a la cara, pero Hinata está segura de que debe estar sonriendo. Lo conoce lo suficientemente bien para asegurarlo. — Oye, no me dejes hablando solo. Eso es de mala educación. Y soy tu jefe.

La Amante ┊ NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora