CAPITULO 7. NOMBRES

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Día de la ceremonia de Jordan

Jórdan y los hombres salieron a cazar, lograron atrapar y derribar una avestruz, recolectaron frutas y los más jóvenes se encargaron de limpiar y llevar los alimentos.
Uno de los ancianos se paró recto y vio la hora en la sombra.
— Es la hora de la puesta del sol. — Informó haciendo señar a los demás.
— Jórdan, el destino te trajo a estas tierras desconocidas para muchos, pero muy conocidas por nosotros, tenemos costumbres ancestrales, milenarias, tu ahora vas a conocer la unión sagrada en nombre de nuestra diosa luna y el rey Sol.
—  Mientras esté aquí con ustedes, seguiré y respetaré las reglas y costumbre de esta etnia.
— Perfecto, ya las mujeres están preparando a la que será tu luna, y te unirás en sagrada unión a ella, ya que de esta unión brillarán estrellas que alegrarán sus días.
— ¿Que tengo que hacer?
— Primer limpiar no solo tu cuerpo, también purificar tu alma, ve ahí bajo esa cascada.
Jórdan hizo todo lo que los ancianos le indicaron, hizo los mismos rituales que hizo Julianne, hasta que estuvo frente a ella y unió su alma a la de ella  bajo las leyes de la naturaleza.
Un mes desde la unión sagrada  pasó, en el día  Julianne seguía instruyendo a los niños, mientras  Jórdan estaba con los hombres de cacería.
— Suerte en tu día de hoy mi amor.
— Y para ti también baby hermosa. — Se despedían cada que salía.
A Julianne ya se le notaba su pequeño vientre, tres  meses de embarazo, cada día soñaba con la llegada de la lancha, no quería que su bebé naciera ahí.
En las noches ya en la privacidad de su choza, ella lo acariciaba acariciaba, soñaba con tenerlo en sus brazos, su mano junto a la de Jordan siempre estaba en su vientre.
— Tengo ganas de comer Escargots à la bourguignonne, solo de imaginar se me hace agua la boca.
— Mañana voy a buscarlos, y te los preparo, no serán al estilo francés pero prometo que me esforzaré.
— Amor, si es una niña, ¿ cómo le llamaremos? —Jórdan recordó a su madre, entrelazo sus dedos con los de ella.
— Si tu lo deseas mi amor, solo si aceptas y te gusta, le pondremos el nombre Francis Jolie L'Blank Ferrari.
— Me encanta ese nombre.
—Así se llamaba mi madre, murió hace años.
— Entonces nuestra hija se llamará así, Francis Jolie L'Blank Ferrari.
— ¿Y si es barón?
— Será tu elección, mi vida.
— ¿Y tus hijas, como se llaman, se me pasó preguntarte du nombre.
— Mis hijas son lo más hermoso que tengo, ahora tu también lo eres junto a nuestra hija.
— ¿Y si es hijo?
— Igual lo amaré. Mis hijas son gemelas, la primera se llama Adrianne Ginebra y la otra tiene de diferencia dos minutos, Georgia Beatrice.
— Woow, tienen hermosos nombres.
Julianne se abrazó a Jórdan y poco a poco se durmieron.
La mañana llego y cada quien hacia sus labores, Julianne con los niños en el aprendizaje,  de pronto ellos salieron a jugar con bolsas en forma de balon, mientras los miraba distraída no se dio cuenta de la silenciosa serpiente que se acercaba, sentada en un tronco balanceaba sus pies y ese accionar llamó la atención de la víbora, justo en la pierna baja, sintió la mordedura del animal.
—¡Aaa! — Un grito se escuchó y cayó al suelo, las mujeres cercanas a ella corrieron a ver lo que sucedía y vieron ahí al animal enrollado.
La ayudaron y la acostaron en la cama, Atike corrió donde la anciana madre y contó lo sucedido.
— Sus ojos derramarán  agua cristalina y será su corazón el que llore por siempre lágrimas de sangre por el dolor de la pérdida.
— Madre, ¿será que hay  forma de evitar esa pérdida? preguntó Atike con mucho pesar, y es que para salvar la vida de Julianne tenía que beber un brebaje muy amargo para contrarrestar el veneno en su sistema, este que de por sí ya le  había dado muerte al bebé en el vientre de Julianne.
La anciana madre llegó con el preparado en un recipiente y le explicó lo que estaba ocurriendo con ella.
— ¡Nooool! Mi bebé no.— Un grito desgarrador se escuchó en el campamento, Julianne se llevó las manos a su vientre llorando desconsoladamente, deseaba morir junto a su pequeño que no lo conocía pero lo sentía con sus movimientos que hacia dentro de ella.
— Tienes que beber esto antes de que ya no se pueda hacer nada, pequeña luna, toma tienes que beberlo ahora antes que sea tarde.
— Esto no matara a tu bebé, el ya partió junto al creador. — Dijo la anciana madre.
Escuchar esas palabras era devastador pera Julianne, miró el recipiente y lo bebió, hicieron una incisión el la parte donde la serpiente mordió drenaron un poco la sangre, así no llegaría a todo su sistema, Atike preparó otro brebaje para lo más doloroso, la expulsión del feto.
Todo fue devastador para Julianne, Jórdan llegó y fue a verla tan pronto.
— ¡Amor! Aquí estoy, no se qué decirte, me siento culpable.
— Nadie es culpable, sucedió y fue algo inevitable.
Julianne lloró toda la noche, y como petición divina la lancha llegó por la noche.
— Mañana partiremos de aquí, la lancha llegó, están haciendo el intercambio para salir temprano.— Habló Jórdan sin tener respuestas de Julianne.
La noche siguió y los sollozos de Julianne le dolían  a Jórdan.
— Amor, me duele no ser suficiente para calmar tu dolor, que es mío también, nuestro hijo se fue y nosotros debemos seguir adelante.
— Perdóname, perdóname por no haber cuidado de él.
— No es tu culpa mi amor, son cosas que pasan y nos ha pasado a nosotros.
La madrugada llegó, Jordan se levantó y ayudó a Julianne a vestirse con la ropa que habían guardado, preparó café, Atike entró a la choza, con una alforja llena de sus pertenencias.
— ¿Atike? ¿Que sucede, por qué esto? Me marcho de aquí, Hunno me rechazó por qué no puedo darle hijos, es la ley de la tribu, para que no se pierda la continuidad y linaje de la familia.
— Hunno es un idiota, — Reprochó Julianne.
— Amor es la costumbre, por favor.
— Esta bien Atike, te irás con nosotros.
— Gracias Julia, me pusieron a escoger, ser la sirvienta de la nueva esposa o el exilio.
Dos horas después ya todos se despedían de Julianne y Jórdan.
— Recuerda que al final de la negra noche está cerca el amanecer, cuidate luna y se fuerte. Recuerdas los rituales.—  Dijo la anciana madre.
Dio un abrazo a Julianne y luego a Jórdan.
— Recuerda que están unidos en un ritual sagrado. — Le dijo al oído a Jórdan.
A Atike nadie le dirigió la palabra, eso le molestó a Julianne pero no podía cambiar las costumbres ancestrales de un pueblo nativo.
La lancha emprendió su viaje, Julianne agitó las manos  despidiendose de todos, los miró hasta que se perdieron en la lejanía, a su mente llegaron dulces recuerdos que vivió ahí en esa selva, cinco meses viviendo momentos de miedo y momentos llenos de amor.
Se acomodó en los brazos de Jórdan, sintió nostalgia de lo que el río dejaba atrás, sintió un estrujón en su corazón y se abrazó más fuerte a Jórdan.
— Te amo Jórdan, no lo olvides nunca, te amo, eres el amor de mi vida.
— Y tú el mío, eres mi mujer, mi esposa, mía, descansa mi vida, descansa.
Atike los miró y sintió nostalgia al ver lo desdichada que era, el amor de su vida la había dejado por otra. Se vio obligada a dejar a sus padres por mantener su orgullo de mujer.
El viaje fue largo el río era una inmensidad que daba miedo, sus aguas turbias guardaban el misterio de los habitantes de las profundidades.
El viaje llegó a su fin, estaba ya anocheciendo cuando llegaron al puerto del pueblo.
—  Señor, ¿Será que hay un lugar donde pasar la noche?
— Hay una casa donde pueden quedarse, nosotros dormimos aquí en la lancha por cuidar la mercadería.
— Comprendo, un teléfono, necesito un teléfono, y saber dónde mismo estamos para que vengan por nosotros.
— El teléfono será mañana, como puede ver el pueblo no es muy grande, aquí llegan más lanchas que se muevan a todos lados.
Fueron a la casa donde les recomendaron y pasaron la noche ahí.
Jórdan ayudó a Julianne a bañarse y le dio el resto de la bebida.
La noche pasó entre mal dormir por los insectos y por las pesadillas de Julianne.
La mañana llegó, Atike ya estaba ayudando para atender a los comensales, ayudó a Julianne a sentarse y desayunar mientras Jórdan buscaba un teléfono para llamar.
—Por favor, necesito llamar.
Jórdan contó a las personas lo sucedido, y así ayudaron con ropa, comida y estadía hasta que vinieran por ellos. Jórdan marcó el número y un sorprendido Fabrizzio contestó la llamada.
— ¿Jórdan? ¿Jórdan donde están? Mi hija, ¿como está? — Fabrizzio preguntaba una tras otra eran sus pregunta.
— Charlotte está bien, solo necesitamos que vengan por nosotros.
Jórdan envío la ubicación  de donde estaban.
— Nunca  daríamos con ustedes.
Jordan colgó la llamada y fue a donde estaba Julianne.
— Mi vida, ya vienen por nosotros, mañana estarán aquí.
— Gracias a Dios, Jórdan, — Un silencio fue entre ellos.
— Dime cariño. ¿Que pasara con nosotros? Y si no aceptan nuestra relación.
— Tu eres mi esposa, y eso no lo cambia nadie.
— Lo sé mi vida, solo que me darás tiempo para decirle a mi padre.
— Pero no tardes mucho Julianne, no quiero vivir sin ti.
Unieron sus labios en un apasionado beso, sellando la promesa de que pronto estarían juntos.

— Te amo.
—Y yo mucho más.

Apuesta Por Una Noche  (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora