CAPÍTULO 23. TE AMARÉ DE MIL MANERAS

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Atike estaba sintiendo esa sensación, y era desconocida para ella.
Se separó de un solo y se alejó de Álvaro y se fue corriendo a la habitación, Álvaro se quedó ahí sentado mirando, quiso seguirla pero  descubrió que a ella jamás la habían besado de ese modo.
—  Mi Atike, eres muy hermosa mi trigueña linda. —  Pronunció en voz baja y sonriendo.
Atike entró en la habitación, cerró la puerta y se quedó ahí parada con las manos temblorosas, se acarició los labios, cerró los ojos y sonrió, su corazón latía desenfrenadamente.
—  ¡Dios! ¿Que pasa conmigo? Soy una mujer rechazada, yo no debo sentir está extraña sensación, no debo y no tengo derecho.
Su sonrrisa se borró de su rostro, recordó lo que Hunno le dijo al momento de rechazarla.

Flash Back.
Era la décima luna del segundo año que Hunno esperaba que Atike le diera la noticia de que estaban esperando a su primogénito.
—  ¿Cuantas lunas más voy a esperar para que me des la noticia de que viene un hijo mío?
Atike estaba en una esquina de su tiapechtli (cama),  llorando a mares desconsoladamente.
—  Hunno, si la luna y el sol no nos da una descendencia, será por algo, no podemos ir en su contra.
—  ¡Cállate! Cállate Atike, ya no te quiero como mi mujer, eres desechable, no me sirves.
—  Hunno, no me rechaces.
—  Te rechazo, y lo haré delante de los ancianos para que jamás puedas dañarle la vida a un hombre, nadie quiere tener una mujer seca a su lado, me engañaste.
Atike se tiró al suelo llorando su desgracia, Hunno la llevó a arrastras frente a la anciana madre, y el resto de ancianos y la repudió.
—  Las leyes de la tribus son ancestrales, cada pareja tienen que tener descendientes para preservar nuestro pueblo, y así nuestra descendencia no desaparecerá jamás. Atike tienes muchas lunas y aún no le das un descendiente a Hunno. —  Habló la madre anciana.
—  Ahora, Hunno tomará como mujer a Yahoa y ella será quién te ordene de ahora en adelante.
Atike sintió morir de impotencia al escuchar esas palabras.
—  Por favor, no me hagan esto, no quiero ser la sirvienta de la segunda mujer de Hunno, no por favor.— Ella duplicó a la anciana madre, pero ella demostró compasión.
—  ¿Que deseas hacer? — Preguntó mirandola.
— Si voy a servir a alguien, déjenme servirle a Julianne, y que ella sea mi señora, la mujer de Jórdan está enferma, y necesita de alguien que vea por ella, entonces  ella será mi señora y yo su sirviente. — Se tiró a los pies de Hunno y casi lo besó para que pudiera decirle que si.
—  ¿Y cuando tenga a los hijos de Hunno, ¿Quien me dará la comida servida.? —  Habló con malicia Yahoa.
Atike la miró por debajo y vio una sonrisa maliciosa en ella. Se levantó y nuevamente se lanzó a los pies de la anciana madre.
—  Madre, eres sabía, y mi señora me necesita, la luna me puso en su camino, si mi destino es ser sirviente seré de ella, yo suplico a la madre anciana, sea misericordiosa.
La anciana tocó su cabeza sin mirar a los hombres del consejo y levantó su báculo.
—  Yo te libero de la servidumbre para Yahoa, pero servirás a tu señora.
Atike se levantó y beso sus manos.
—  Agradecida madre anciana, verás que no seré devuelta, haré bien mi trabajo.
Fin Flash Back.

Atike recordó cual era su propósito y no podía olvidarlo, dio vueltas y salió de la habitación y caminó hacia donde estaba Álvaro.
Álvaro la vio caminar con la cabeza baja, se levantó y fue a su encuentro.
—  ¿Que te pasa mi vida?
Atike se alejó de él en el momento en que quiso abrazarla.
—  Álvaro, este mundo es muy diferente al mío, esto es algo con lo que jamás soñé, y tú estás en el incluido, yo
—  Atike, ¿que dices? Claro que somos distintos, en costumbre, en que se yo, pero tú eres una mujer libre, libre de escoger tu destino, somos diferente por nuestros pueblos, pero para el amor eso no tiene nada que ver, yo te amo Atike, y te juro que cada día voy a conquistarte, voy a enamorarte, déjame demostrar que lo que te digo es verdad, estás aquí en mi corazón.
Manifestó cogiendo su mano y llevándola a su corazón.

—  Álvaro, yo estoy aquí para servirle a Julianne, ella es mi señora.
—  Atike, es que acaso no ves que a Julianne no le interesa que tú le sirvas, ella te quiere como a una amiga, y si estás aquí es acompañándola, que algo muy diferente a ser una sirviente. Mi amor, no eres una sirvienta, no se que te dijeron en tu pueblo, pero no eres eso.— Habló Álvaro acunando su rostro, MIR tras las lágrimas rodaban.
—  Álvaro, fui rechazada, ¿Entiendes?  fui rechazada por el hombre al que le daría hijos, simplemente un día despertó y me desechó de mi choza, diciéndome que no puedo seguir engañado a nadie, yo voy a ser  sincera contigo.
—  Lo eres mi amor, lo eres. Si deseas contarme hazlo, pero si eso te causa dolor, no lo hagas, no recuerdes cosas tristes.
—  Álvaro, fui rechazada por no dar descendencia a Hunno, doy una mujer seca.
—  Ese Hunno es un imbécil, le daría una golpiza por idiota, dejarte solo por eso, bueno le agradezco, y perdóname, pero si no hubiera sido así, no te hubiera conocido.
Álvaro acunó su rostro entre sus manos nuevamente y dejó un beso en sus labios.
—  Amor mírame, no eres menos mujer por que no puedas tener hijos, hay muchas formas de ser madre, podemos alquilar un vientre, adoptar, existe el embarazo un vitro, eso solo si tú lo deseas, yo no te reprocharé nunca eso, te quiero a ti, deseo hacerte feliz. Mi vida, mi vida no me alejes de ti.
—  Álvaro no quiero volver a...
Sus palabras fueron interrumpidas por un beso de esos que le robó el aliento. Atike respondió a ese beso, ya no fue tan quedada a esa respuesta que Álvaro espero de ella.
Atike acunó su rostro entre sus manos nuevamente, y dejando besos en sus labios le susurró.
— Álvaro, mi Álvaro.
—  Te amo mi vida, eres la mujer de mi vida, y deseo pasarla a tu lado siempre.
Atike lo miró y sus lágrimas rodaron por sus mejillas, Álvaro las enjugó con sus besos.
—  No quiero verte triste, esos ojos lindos no pueden llorar de tristezas.
Atike se abrazó a él y Álvaro la apretó a su cuerpo, para hacerle sentir tranquilidad.
—  Álvaro, yo fui entregada a un hombre siendo muy joven, no se lo que es el amor, solo obligación de ser mujer.
Álvaro la miró, y sintió pesar de verla tan vulnerable.
—  ¿A que edad te entregaron a Hunno? ¿Que edad tienes ahora?
—  Yo tenía doscientos cuatro lunas llenas, cuando me entregaron a él cuando me entregaron el Hunno, viví con el veintiséis y..
Álvaro la abrazó tan fuerte y le habló al oído.
—  Eras una niña, eres una aún, conoces la vida de forma diferente, de una forma cruel, no juzgo las costumbres de cada etnia, pero eras una niña. Apenas cumples veinte
—  ¿ Y eso es un problema?
—  No, no lo es, te prometo que seré paciente, sabré esperarte, mientras voy a enseñarte como es lo lindo del amor.
—  ¿ Serás como los maestros que me están enseñando a leer?
Álvaro se carcajeo al escuchar esas palabras.
—  Si, ellos te enseñan otras cosas, yo seré tu profesor exclusivamente del amor.
—  Entonces si acepto, enséñame, y deseo que empieces ahora.
Álvaro tragó el nudo en su garganta, su deseo por tenerla, sentirla era tan fuerte que su polla palpitó dentro de sus pantalones.
—  ¿Estás segura?.
—  Si, lo estoy, enséñame a amarte, a sentir como es el deseo de querer y amar.
Álvaro la cogió en sus brazos, la llevó a la habitación, y la dejó sobre la cama, la miro fijamente a los ojos.
—  Te voy a hacer el amor de mil formas. —  Le dijo besando la punta de sus pies.
Mientras Álvaro y Atike vivían el inicio de su amor,
Jórdan aterrizaba en el aeropuerto en Roma, su primera escala,
—  Papá, todo el viaje has estado distante. ¿Que pasa padre? —  Interrogó Ginevra.
—  Tranquila hija, no pasa nada, solo un mal entendido.
—  Con Julianne. ¿Verdad? —  Respondió con otra pregunta y Jórdan la miró sin pronunciar palabras.
—  Esta bien, voy a respetar tu silencio, cuando quiera hablar ya sabes que siempre estoy par escucharte.
—  Lo sé mi princesa , siempre lo tengo en cuenta.
—  Papi. ¿Tardaremos mucho aquí?.—  Interrumpió una impaciente Giorgia.
—  No hija, solo seguir el protocolo de salida del país, no nos quedaremos aquí.
—  Perfecto, entonces esperaré a que el avión despegue y luego iré a dormir. —  Se despidió Giorgia besando a su padre y hermana.
—  Ella siempre en su mundo sin problemas. —  Expresó sonriente Ginevra al verla irse lejos de sentir preocupación.
—  Ella es tan ajena a todo. —  Habló mientras la veia desaparecer tras la puerta de la habitación.
—  Hija, vivan su tiempo, disfruten cada etapa de su vida, ya habrá tiempo para resolver los problemas que tengan en la vida, vivan su tiempo, vive tu tiempo, y no te preocupes por mis problemas, ¿Estamos?
—  Si padre, lo prometo.
Jórdan abrazó a su hija cuando el capitán dio la orden a la aeromoza de informar que no tenían autorización para salir esa madrugada del país.
—  ¿Tenemos que esperar?
—  Si hija, algún día, tendremos un aeropuerto grande en Capri con todos sus reglamentos y condiciones para aviones comerciales, y jet privado, entonces serán los vuelos directos desde allá,.
—  Entonces los trenes pasarán al olvido.
Entre conversas triviales Jórdan vio a Ginevra dormirse, la cogió en brazos y la llevó a la habitación.
Karen fingía dormir para escuchar cada conversa y sacar provecho de eso.
A la mañana siguiente la aeromoza tocó la puerta de las habitaciones para decir que ya tenían la autorización de salida de jest privado.
Media hora después estaba levantando el vuelo de Roma a Medellín Colombia.
Karen había logrado persuadir a las sobrinas y alejar a Jórdan de Julianne.

Apuesta Por Una Noche  (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora