CAPITULO 42. DESPEDIDA DE SOLTERA

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Julianne lo miró, comprendió y recordó la actitud de aquel Galeno que secó el sudor de su frente, y apretó su mano.
—¡Sergio te llamó! Jordán yo. El estaba muy enfermo, tuvo una recaída ese día.
—Talvez hizo escribir a alguien, pero ese día murieron todas mis esperanzas.
Julianne se levantó y casi junto a ella Jórdan.
—Esto es un error.
—No, no lo es, no te estoy reprochando, solo que ese día entendí que dejaste de amarme, y me fui. Luego empecé a visitar a mi hija a escondidas de ti.
Julianne lo miró fijamente, y le dijo algo que el no se esperó.
—Perdóname, perdóname por favor, te hice daño, sin imaginar que era yo la que moría cada segundo lejos de tí. Te amo Jórdan, te amo y nunca dejé de hacerlo, viviste en mi todo ese tiempo, al igual que tú quise olvidarme de ti, pero simplemente te escondí en mi corazón, ya no quiero estar lejos de tí jamás.
—No tengo nada que perdonarte mi vida, vamos a dejar ese pasado doloroso atrás y desde esta noche empecemos de nuevo.
—No, no lo acepto.
—¿No? —preguntó Jórdan algo confuso.
—No quiero dejar atrás cada detalle que has regalado, cada canción, cada chocolate.
—Entonces será desde que nuestra hija nació, desde ahí será nuestro comienzo.
Julianne se abrazó a él y luego corrieron a sumergirse en el agua, con sus piernas enredadas a la cintura de él, se sumergían y salian del agua, hasta que terminaron entregándose nuevamente a su amor.
El amanecer les llegó y el sol los cubrió con su luz mientras seguían amándose.
Tres horas después estaban en el departamento de Julianne preparando sus cosas para salir a unas pequeñas vacaciones en familia.
—Hija, ve tranquila, y déjame a Arielle, si deseas me quedo aquí o en casa de tu madre. Pero déjala y disfruta tu viaje en pareja, es lo mejor.
Julianne miró a Jórdan y sonrió, a lo cual le respondió con picardía.
—No me desagrada la idea, pero si no estarás tranquila sin nuestra hija me voy a sacrificar al juicio.
A la Nana se le escuchó unas disimuladas carcajada y respondió.
—No solamente Jórdan será el sacrificado.
Decidieron pasar dolor sus vacaciones.
Subieron al auto y viajaron rumbo a la hacienda Ferrari, en una de las cabañas alejada de todos, habían decidido dejar a la pequeña Arielle Anastasie con se Nana.
Al llegar, bajaron del auto, organizaron todo y nuevamente están enredados entre las sábanas entregando se   a su amor.
Salieron al atardecer, encendieron fogata, en dónde pasaron gran parte de la noche era muy recordado ver las estrellas ella metida ente sus piernas mientras el jugaba con uno de sus pezones a través de su blusa, y mordía suavemente el lóbulo de su oreja.
—Me haces erizar con eso que me haces.
—¿Solo erizar? —preguntó con esa voz ronca, mientras jugaba con la punta de su lengua en su oreja.
—Si continúas no respondo de lo que te haga.—suspiro y respondió.
—Eso es lo que deseo, que me hagas lo que sea que desees. Soy todo tuyo, completamente tuyo.
—Y yo tuya. —Se giró quedando a horcajadas sobre sus piernas y se abrazó a su cuello. Lo miró fijamente a los ojos.
—Te amo Jórdan, eres el amor de mi vida.
—Y yo te amo mucho más, señora mía ¿Quieres ser mi esposa? Te lo pido ahora así en nuestro medio, por qué esto somos nosotros, así en lo rústico deseas se mi esposa, ya lo eres en la ley de la naturaleza, eres mi mujer.
Julianne lo miró, y sonrió.
—Si, este es nuestro estilo fuera de lo tradicionales, aquí bajo la luna y las estrellas, yo Julianne Ferrari Aicardi, acepto a Jórdan L'Blank como mi esposo, como mi amante, como mi marido, como mi hombre, como todo mi mundo. Yo te acepto mi amor.
—Y yo te tomo como la única mujer, amante, amiga compañera de mi vida.
Así se les pasó la semana y estaban de regreso a la cuidad.
Corriendo de un lado a otro, con los nervios de punta, pues estaba una semana después preparando la cena para anunciar a la familia que pronto se casaría con su gran amor.
Álvaro y Atike estaban llegando junto a Ginevra, Giorgia, Katiuska y el pequeño Álvaro, al igual que Virginia
Y Felipe, junto a Paulina y Misha.
Sus tres hermanos trillizos y Ornelas.
Todos reunidos en el gran salón y fue ahí que llegó Jórdan con Arielle en brazos.
—¡Buenas noches familia!—saludo Julianne.
—Fabrizzio, Mericci, señores presentes tengan todos buenas noches.
Fabrizzio se puso de pie al igual que Mericci y se a acercaron a Jórdan.
—Bienvenido a la familia Jórdan.—habló Fabrizzio y luego Mericci.
—Siempre has sido bienvenido a nuestra casa, desde que tus princesas nacieron.
—Gracias Mericci, Fabrizzio, no vine entes por qué las circunstancias....
—Lo importante es que está noche estás aquí, reunido con nosotros, formando parte de nuestra familia.
Todos le dieron la bienvenida a Jórdan como el padre de su nieta  y esposo de su hija.
La cena pasó entre anécdotas contadas de aquel accidente que los unió, hasta que llegaron al tema de la boda.
—¿Y para cuando sera la boda? —Interrogó Jean Lucca, el fiestero de los cuatro.—Tenemos que preparar la fiesta de despedidas de solteros. Ustedes organicen allá que nosotros nos vamos todos acá.
Y así ya estaban en los días dónde todos los hombres estaban listos para los últimos toques de la fiesta que ellos tendrían al igual que las mujeres.
—¿A una semana de la boda, y aún no nos quieres decir a dónde se irán de luna de miel?  Eso no es justo. —se quejaba Paulina por la falta de información.
—¿Por qué siempre quieres saberlo todo?—le cuestionó Virginia.
—Ella es de naturaleza curiosa como el gato. —Respondió Atike y todas rieron.
—Bien chicas, ustedes ya tienen listo los vestidos, el mío y el de mis principes también. Ahora es hora de irnos.
Todas salieron a la fiesta donde la organizadora era Virginia.
—Espero y no salgas con tus cosas raras vir.mira que hay tres chicas menores, y cuatro abuelas que merecen respeto.
—Déjalas que se les  despierten el buen gusto visual, a todas siete.
—Por dios, espero sean tan sexys como mi Misha para no extrañarlo tanto.—dijo Paulina mirando a los chicos.
Todas miraron a Paulina y rieron.
Cosa que eso le produjo sentimientos y sus lágrimas se desbordaron.
—Pau, ¿Que te sucede, acaso ese sin sinvergüenza te dejó.
—Si, me dejó.—respondió y no continuó por qué sus  sollozos eran fuertes.
—Cretino lo a matar.—expresó muy furiosa Virginia.
—¿Por qué lo vas a matar? dejaras sin padre a mi bebé.
—¿Bebé? —repitieron todas al unísono.
—Mi Pau, estás hormonal por eso estás tan sensible.
Todo continuó y salieron al salón de fiestas donde miraron a cada uno de los  stripper hacer su show.
Todas riendo aplaudiendo y brindando en unión de la gran familia que eran.
—Nosotras no debemos estar aquí, nuestros maridos a pesar de sus años están mejores que esos chicos casi en pelotas ahí arriba.—Dijo Pierina y Mericci le confirmó.
—Si, Fabrizzio sigue tan guapo como siempre y mucho más sexy con esos cabellos platinado.
—Pues mi Alessio no se queda atrás. Expresó Chiara suspirando y riendo.
—Alessandro se mantiene en forma a pesar de que no quiere aceptar que ya tiene una nieta casi adolescente.
Mejor vamos por nuestros hombres, por qué si aquí hay este espectáculo, no me quiero imaginar lo que hay allá en ese otro salón.—inquirió Alexa y las demás las siguieron.
Salieron de ahí sin se vista y alcanzaron a ver el enorme pastel que empujaban al salón de los hombres.
—¿Ven lo que yo estoy viendo? Ahí va el pastel lleno de cerezas sensuales.
Dijo Chiara caminando rápido.
—¡Ey! Espere un momento.
—Chiara ¿Que harás? Espera. —Se apresuró Mericci.
—Por favor, puede llamar a esos cuatro caballeros que están ahí sentados.—ordenó al mozo que empujaban el pastel.
El muchacho entró y dió el mensaje, a los cuatro patriarcas de esa gran dinastía, salieron y se reunieron con sus esposas y salieron a un lugar más tranquilo para estar en su ambiente más silencioso y relajado.
—Apuesto y no pierdo que quien fue a dar la idea  de que saliéramos fue Chiara. —Dijo Alessio abrazando a su esposa.
—Pues todas, por qué no vamos a permitir que vean a esas fresitas casi encueradas.—dijo Alexa.
Todos rieron y salieron del salón.
En la fiesta.
El pastel fue entregando, las luces se apagaron y justo ahí salió una asustada mujer que no pudo hacer muy bien su show por lo nerviosa que estaba.
Todos aplaudía, mientras los silbidos se escuchaban y retumbaban, pero algo inusual pasó, una de las chicas salió corriendo de ahí y se perdió en cualquier lugar y no se vio más.
La fiesta continuó hasta el amanecer, tanto los hombres como las mujeres estaban un poco ebrio, y uno de los mellizos de Julianne, uno de los Jean corrió a llamar a su gemelo para poder alcanzar uno de los autos que los llevarían a la hacienda donde sería la boda.
—Parece que te fue muy bien, con esa fresita. —Dijo uno de sus trillizos riendo.
—Calla idiota, tengo que volver se me olvidó la medalla en esa habitación.
—No vamos a volver,  ya la encontraras cuando envíen nuestros cosas a la casa.
—¡Carajo, creo que la perdi.—expreso algo molesto y tocando sus bolsillos.
—No perdiste nada.—habló otro de los Jean.
Todos lo miraron y se dispusieron a seguir su viaje a la hacienda.

Apuesta Por Una Noche  (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora