Llegaron a la oficina y la asistente caminó tras de ellos.
— Buenos días doctora.
— Buenos días, ¿Que tenemos hoy?
— Aquí le enviaron la notificación firmada del juez, del pedido para ir al área restringida del crimen.
— Perfecto, iremos a inspeccionar el lugar de los hechos, no quiero dejar en las calles a un culpable de feminicidio, por qué si es así, yo misma haré que tenga la pena máxima. — Habló mientras miraba en la pantalla las imágenes.
— ¿A quien vas a refundir en la cárcel? — Entró preguntando Virginia. Y alterno miradas entre Sergio y Julianne.
— Saben que, no me interesa saber a quién dejaras en la cárcel, lo que quiero saber es por que tienen esas caras de borrego degollado.
— ¡Yo! por mi embarazo, ¿Acaso no lo sabes? Vomito a cada rato.
— ¿Y tú me dirás qué también vomitas? ¿Acaso tengo cara de inocente? — Preguntó achicando los ojos como escudriñando el secreto en sus ojos.
— Julianne, Julianne. — La nombró con amenazas mientras reía Sergio.
— Ya me contarás.
— Pues no, no les contaré nada. Que sea mi futuro esposo que lo haga.
— ¿ Quien es el futuro esposo? ¿De que me perdí? ¡Cuenten! ¿qué, se casarán?— Preguntó una agitada Paulina, al momento de entrar como un vendaval arrasando con todo.
— Buenos días chicos, se me pegaron las sábanas hoy. — Todos rieron por qué ya era costumbre eso de llegar tarde por las sábanas pegadas.
— ¡Ja! Como que si no sabemos qué esas sábanas tienen nombre de Misha.— Respondió Virginia con sorna.
— Ya chicas, dejemos esas sábanas en paz, les tengo una noticia. — Informó Julianne mientras cogió la mano de Sergio. Este la miró y le sonrió.
— Aquí Sergio y yo nos casaremos está fin de semana, y ustedes se harán cargo de todo cuando viajemos a nuestra luna de miel.
Virginia y Paulina quedaron con una enorme O en la boca por la impresión.
— ¿Esta semana? ¿Tan urgidos estan? Chicos dense un revolcon para esas ganas y planifiquen una buena fiesta. Nos la merecemos ¿No crees Pau?
— Si, es justo, no tendremos tiempo de comprar nuestros vestidos.
— Claro que lo tendrán, y luego vamos a escoger mi vestido y el de las damas hay que pasar por Atike.
La mañana había transcurrido entre ir a la zona del crimen y las audiencias con el juez.
— Señor juez, puedo tener un momento a solas con usted.
— Por su puesto abogada. Dígame.
Julianne habló con el juez, mientras Sergio, Virginia y Paulina se ocupaban de otros juicios que tenían pendiente.
Tres horas después ya estaban nuevamente en la oficina, dejaron todo listo para el día siguiente que era el primer juicio en contra del caso de feminicidio.
Dos horas después pasaron por Atike y estaban en esa aventura de las compras, Atike no decía nada, pero le pareció muy extraño ver la decisión apresurada y actitud de Julianne, compartió y escogió lo que le gustaba sin protestar.
Fueron a un restaurante y luego fueron cada una a sus departamentos.
— Julianne, me puedes explicar que es todo esto, ayer llorabas por el abandono de Jórdan y hoy estás escogiendo un vestido de novia. No comprendo.
Julianne la miró y comprendió su sorpresa y le explicó que no podía seguir esperando por quien simple mente se fue.
— Atike, Jordan se casó y se fue, yo no puedo esperar por el, el sabrá de su hijo pero ya de mí no, no seré el segundo plato de nadie.
— Lo comprendo, pero ¿casarte? ¿Estás segura del paso que darás?
— Tan segura, como que me llamo Julianne Ferrari Aicardi.
— Esta bien Julián, sabes que estaré contigo siempre.
— No mi Atike, tu te casaras con Álvaro y tendrás tu familia, serás feliz tanto como yo lo seré con Sergio, sabes anoche dormí en su casa, y este fin de semana nos casamos.
Atike la miró sorprendida. ¿Se había acostado con Sergio? Entonces
Decidió preguntar era mucha información que procesar.
— Julianne, ¿dejaste de amar a Jórdan?
Julianne la miró y su corazón se agitó tanto, quería no sentirse así con ese peso en sus hombros.
— Atike, eso es pasado, me dedicaré en cuerpo y alma a ser feliz junto a Sergio, ya nada importa.
— Esta bien, ya no diré nada más.
Subieron a la habitación y luego prepararon la cena, Álvaro ya casi estaba instalado ahí con ellas.
— Buenas noches chicas, traje lasagna, me contó un pajarito que cierta personita le encanta.
Julianne se saboreó, y sonrió cogiendo una porción grande de lasagna.
— No se vale, me estás comprando con esta delicia. Eres un manipulador. ¿Sabías?
Álvaro sonrió mirando a Atike reír .
Compartieron la cena y el sonido de los golpes en la puerta les distrajo. Julianne fue a abrir y era Sergio con un helado napolitano.
— Algo rico para mis amores. — Dijo Sergio abrazando a Julianne por la cintura y besando sus labios, ella respondiendo y abrazando se al cuello de él.
— ¡Mmm! Como supiste que tenía este antojo de helado y de tus besos. — Susurró lo último.
Sergio la miró fijamente a los ojos, y esa sonrisa ladeada se formó en el.
— Me encantas mi mujer hermosa.
— Y tú a mí, mucho más.
Toda esa demostración de amor era frente a Álvaro que se quedó mirando fijamente a la pareja sin entender nada. Miró a Atike y ella simplemente se encogió de hombros.
Compartieron el helado y ya entrada la noche Julianne invitó a Sergio a dormir ahí.
Se despidieron de Álvaro y Atike y subieron, Álvaro lo vio irse y no aguantó más.
— ¿De que me perdí? ¿Desde cuándo están juntos?
— Estoy igual que tú, sin entender nada, y aún hay mas.
— ¿Que?
— Se casan este fin de semana.
Álvaro se atragantó y la miró sorprendido.
— Es más serio de lo que imaginé.
— Así es.
Julianne y Sergio estaban en la habitación y de pronto una notificación llegó. El juez había postergado las audiencias hasta segunda órden, pues las pruebas aún no eran contundente y seguirían investigando.
— Que bueno, tendremos tiempo para organizar nuestra boda cariño. — Expresó Julianne abrazándose a Sergio.
— Así es, ¿dejaremos a Virginia y a Paulina con el caso? Preguntó él.
— Si, quiero viajar sin tener que estar pendiente de juicios y audiencias. Quiero disfrutar de ti, y nuestra luna de miel.
Sergio miró a Julianne, acuno su rostro y dejó besos en sus labios.
— Te amo mi mujer hermosa, eres lo más hermoso de mi vida.
Julianne miró a Sergio, con su dedo índice tocó la punta de su nariz y sonrió respondiendo.
— Aquí en mi corazón está creciendo un sentimiento, estoy empezando amarte Sergio Alexander Bright.
Sergio unió sus labios y débito esa boca que deseo besar por muchos años.
— Te amo Julián, te amo vida mía.
— Ámame Sergio, hazme tuya.
Sergio quitó la ropa que se interponía entre su piel y la de su mujer y nuevamente se entregaron al amor, Sergio le hacia el amor con toda la ternura que podía sentir.
La semana pasó y ya estaban de un lado a otro con los preparativos de la boda.
— Hija, esto es una locura.
— Lo se mamá, pero tengo mis razones para no perder el tiempo planeando una boda con tanta gente, estaremos los más cercanos nuestra gran familia. No quiero una boda para complacer a la sociedad.
— Ya tus tíos están llegando, los Rocco, los Pierre, y los Berlusconi.
— Ves, todos estamos, es más que suficiente, con nuestra hermosa familia.
— Hija...
— Madre, no mas preguntas, por favor.
Mericci sentía que algo no iba bien, todo tan apresurado.
— Hija, por favor.
— Madre, tengo cinco meses de embarazo, y...
— ¿Estás embarazada? ¿Y por que nunca dijiste nada.?
— Madre, algún día te contaré todo, ahora no, hoy no, por favor.
— Esta bien hija, comprendo, solo quiero que respondas algo, y no haré más preguntas. ¿ Que tiempo de embarazo tenías cuando perdiste a tu primer bebé?
Julianne quedó de piedra al escuchar esas palabras, se giró y miró fijamente a su madre, apretó sus labios y respondió sintiendo doler su corazón.
— Madre...
— No voy a juzgarte hija.
— Tenía menos de cinco meses. — Respondió bajando la mirada.
— Comprendo, eso significa que el padre de este bebé es el dueño de esta camisilla, ¿Verdad? — Habló mostrando lo que recogió aquella mañana el la habitación de su hija. Julianne miró y reconocido la prenda.
— Madre..
— No comprendo nada Julianne.
— Algún día te contaré todo madre, lo prometo, pero este bebé sabrá de su verdadero padre.
Mericci no dijo nada más y termino de arreglar a su hija colocando la tiara que una vez le dio Pierina D'Alessio, su mejor amiga.
— Estás hermosa hija.— Expresó abrazando la.
— Gracias madre.
Fabrizzio entró a la habitación donde estaba Mericci y si princesa.
— Estás hermosa hija, deseo que seas tanto o más feliz que nosotros.
— Ya soy feliz padre, y mucho. Sergio es un maravilloso hombre.
— Claro que lo es, y estoy seguro que cuidará de ti.
— Y de tu nieto.
Fabrizzio sintió un vuelco en su corazón, sería abuelo, y eso era algo muy grande y maravilloso para el.
— Mi niña, ahora serás madre. Felicidades mi amor.
— Gracias papá.
Julianne se terminó de dar los últimos toques y salió de la habitación para bajar las escaleras y subir a la limusina junto a sus tres mejores amigas, Virginia, Paulina y Atike.
El trayecto a la iglesia fue entre risas y conversaciones.
Llegó a la iglesia y Sergio aún no estaba ahí.
— Daremos otra vuelta para dar tiempo. — Pidió Julianne sintiendo su corazón estrujar se.
"Dios que no sea lo que estoy pensando"
— ¿Algo sucede con Sergio? Se ha retrasado mucho. — Habló Virginia.
— Algo debe ocurrir, el jamás te dejaría plantada. — Trató de tranquilizar la Paulina.
— Julianne, llámalo.
— No, el vendrá y yo lo esperaré. Otra vuelta por favor.— Ordenó
El chofer dio la tercera vuelta y cuando llegó nuevamente a la iglesia Sergio estaba llegando.
Julianne salió de prisa de la limusina y corrió a sus brazos.
— ¡Sergio! — Casi gritó lanzándose a sus brazos.
— Mi mujer bonita, perdóname, me retrasé mucho.
— Lo importante es que estás aquí conmigo.— habló acunando su rostro entre sus manos.
— Nunca te dejaría.
— Lo sé mi amor, lo sé. ¿Listo para soportar a esta insoportable?
— Toda la vida de ser necesario.
— Pues que esperamos, vamos.
La marcha nupcial comenzó, Sergio se adelantó y Fabrizzio camino con Julianne del brazo.
— Sergio, te entrego a mi princesa mayor, cuídala y protegerla ellos son mi vida entera.
— Y la mia suegro, le prometo que la cuidaré más que a mí mismo.
Las lágrimas rodaban por las mejillas de Mariza.
— Hijo mío, hoy estás cumpliendo tu sueño desde niño. Cuiden se protejan se, siempre, y amarse con todo su corazón.
Mariza dio la bendición a su hijo y el sacerdote dio inicio a la ceremonia.
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Apuesta Por Una Noche (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)
RomanceJulianne Charlotte Ferrari, una joven multimillonaria tiene una noche de chicas en la que se aventura en una apuesta, tener una noche fugaz con un apuesto desconocido. Jórdan L'Blank, un viudo solitario apuesto, que se encuentra en la mira de una a...