CAPÍTULO 28. ¿POR QUÉ ESA TRISTEZA?

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A la mañana siguiente, Álvaro llevó a Atike de vueltas al departamento, Julianne estaba preparando el desayuno cuando llegaron.
—  Buenos días Julián, que bueno que hoy si estás de mejor ánimos para desayunar, mira te traje unos croissant calientes y chocolate.
—  Gracias Atike, adivinaste mi antojo del chocolate. —  Julianne se quedó paralizada ante lo que dijo, se olvidó por un momento de Álvaro y está la miró luego a Atike.
—  ¿Antojos? ¿Acaso tú?
—  Acaso nada Álvaro, ¿acaso no puedes tener ganas de comer un Croissant caliente con chocolate?
—  Disculpa, no quise ser indiscreto, pero no te preocupes, no diré nada, total quien se lo pierde es él, por ser un grandísimo imbécil y casarse con el doble de.
—  ¡Álvaro! — Atike lo interrumpió y Álvaro quedó de piedra al sentirse idiota por lo dicho.
—  Desayunen ustedes, ya se me quitó el apetito.—  Julianne miró a Álvaro, dio vueltas y salió de la cocina.
—  Julián, perdóname, te juro que no fue mi intensión.
—  Tranquilo Álvaro, tienes razón, es el quien se lo pierde... Disfruten su desayuno.
Atike fulminó con la mirada a Álvaro, dejo todo sobre el mesón y salió tras de Julianne.
—  Amor, espera.
—  Eres un insensible, ¿Como pudiste decir algo así?
Álvaro se apresuró y agarró el brazo de Atike.
—  Espera mi vida, perdón no fue mi intensión, de verdad, discúlpame.
Álvaro rodeó su cintura y la apretó a su cuerpo.
—  Ya no quiero estar lejos de ti nunca más,  saber que la embarre y que estás enojada conmigo por eso. No me castigues mi vida.
Atike lo miró acunó su rostro y habló sobre sus labios.
—  Ya se me pasó el enojo, pero no vuelvas a decir algo de esa mujer delante de Julián, ella está muy sensible, y no me gusta verla triste. Ahora voy a llevarle el desayuno tiene que alimentarse, por dos.
—  Ve mi vida, ve, yo me marcho tengo que ir a la oficina y te llamo para almorzar juntos.
— Si, te estaré esperando.
Álvaro dio un beso apasionado y se marchó Atike preparó una bandeja con el desayuno y subió a la habitación de Julianne.
—  Julián, te traje tu desayuno, por favor no le hagas caso a ese loco de mi prometido.
— No te preocupes Atike, el tiene razón. Y me alegra que estén comprometidos, tu mereces ser feliz, disfruta tu felicidad, ya sabes que estoy aquí para apoyarte en lo que desees.
—  Gracias Julián, ¿sabes? Nunca imaginé que el amor fuera así de hermoso y placentero.
—  Lo sé, mi niña, y disfrútalo, te lo mereces.
Julianne abrazo Atike, pero ella sintió pesar de saber a Julianne triste muy en el fondo de su corazón.
—  ¿Sabes? Yo tambien me voy a casar pronto, ya no tengo esperanzas con Jórdan, el está casado con otra mujer, y no me voy a quedar esperando lo que jamás llegará.
Atike miró a Julianne y vio tristeza en sus ojos.
—  Julián, tu alma está unida a la suya así el y tú estén casados con personas diferentes, ustedes estarán unidos por siempre.
—  Ya no estoy muy segura de eso Atike, lo único que me une a Jórdan es mi hijo, nada más.
—  Julián, ¿Estás segura de lo que vas hacer? ¿Y si te arrepientes después?
—  No lo haré Atike, Sergio Alexander Bright será mi esposo, ya no hay vuelta atrás.
Atike hizo un gesto de negación, y salió de la habitación dejando a Julianne sola.

" Se que fue rechazada, pero eso no es escusa para unirse a otra persona." — Pensó.

Luego de un tiempo, Julianne salió para irse a la oficina.
Subió al ascensor, luego a su auto y se fue.
Llegó a la oficina y ya estaba  esperando Sergio en ella.
—  Buenos días cariño, ¿Cómo estás hoy?
—  Hola Sergio, estoy mucho mejor, los malestares que siento son normales en mi estado. Pero pasará.
—  Bien, ahora el trabajo, aquí un caso de un piloto de helicóptero que requiere de nuestros servicios.
—  ¿Cual es la causa?
—  El asesinato de su esposa, lo están culpando, aquí están toda la información, la pregunta es ¿Llevarás el caso tú, o delegaras a alguien?
—  Lo llevaremos tu y yo, Virginia y Paulina están con el caso de la estudiante del ciberacoso.
—  Entonces a trabajar.
Julianne y Sergio pasaron la mañana y parte de la tarde trabajando en el caso del piloto, con entrevistas a su cliente y recaudación de pruebas e información.
—  Julián, vamos, no puedes pasarte una comida, no le hará bien tanto a ti como al bebé, vamos a comer algo. —  propuso Sergio cerrando la portátil y poniéndose de pie. Ayudó a Julianne y salieron de la oficina.
Salieron del ascensor y subieron al auto, fueron al restaurante para comer lo que era insaciable para el antojo de  Julianne, lasagna.
—  Esa pequeña es una golosa. —  Expresó Sergio sonriendo de ver a Julianne comer con tantas ganas.
—  Puede ser un pequeño, mañana tengo cita con el médico y veremos el sexo.
— Perfecto, no me lo perdería por nada del mundo. — Habló muy animado Sergio tomando la mano de Julianne.
—  Gracias por estar conmigo, Sergio.
— Cuenta conmigo siempre, mi bonita.
—  Sergio, yo.
—  Shii, no digas nada Julián, se que algún día, ganaré tu corazón.
Sergio unió sus labios a los de Julianne en un tierno beso, y ella respondió, Sergio sintió su corazón latir fuertemente, pegó su frente a la de ella y susurró sobre sus labios.
— Algún día será, mi bonita, algún día seras mía sin reservas.
Julianne lo miró y suspiró profundo.
—  No quiero lastimarte, no me lo perdonaría jamás.
— No pasará nunca mi amor, nunca.
Escuchar la palabra mi amor, Julianne sintió estremecer su corazón, recordó a Jórdan, ¿dolía? Pues claro que dolía, sentirse desplazada del corazón del hombre que amaba no era algo con lo que ella contaba, siempre se hizo a la idea de que estarían juntos, y ahora el casado con otra mujer, y ella a punto de hacerlo con Sergio.
La tarde pasó y saluieron del restaurante subieron al auto y Sergio manejo tomando su mano entrelazando sus dedos. Dejó un beso en ellas y le dijo de la sorpresa que tenía par ella.
—  ¿A donde vamos? —  Interrogó al ver el desvío del camino.
—  A la playa, tengo una sorpresa para ti. —  Le respondió sonriendo le.
Julianne siguió en silencio, llegaron a la playa y todo estaba iluminado con luces led en forma de un corazón y en el sentro estaba lleno de pétalos rosa.
—  Es hermoso, Sergio.
— Mi reina se merece lo mejor del mundo. — Respondió cogiéndola en brazos y caminando con ella, la dejó en el centro del corazón y los fuegos artificiales se encendieron, y formaban la palabra TE AMO. Se puso de rodillas sacó la cajita roja del bolsillo y la abrió.
— Julianne Ferrari, formalmente te pido que aceptes ser mi esposa.
Julianne sonrió estiró su mano y Sergio colocó el anillo con la toca de diamantes.
— Acepto Sergio, acepto ser tu esposa.
Sérgio la tomó por la cintura y dió vueltas con ella.
— ¡Ya, ya Sergio! Recuerda que estoy embarazada y no puedo dar ese tipo de vueltas, me vomitaré.
— Estoy feliz, quiero que nuestra boda sea lo más pronto posible, no quiero que nuestro hijo nazca fuera del matrimonio.
— Sergio...
— Ya se mí vida, ya lo sé, el conocerá a su padre y compartirá con él, pero será mi hijo de corazón y lo amaré como tal, así como amo a su madre.
— Sergio, te mereces un amor bonito....
— Lo tengo, y lo viviré a tu lado, te amo Julianne, eres la mujer de mi vida, te amé desde que éramos chicos.
— ¿Y por qué nunca me lo dijiste?
— Por qué siempre te vi centrada en tus estudios, y no dejabas que nadie te desviara de tu propósito.
— Y entonces eras tú, mi novio de mentiras.
— Para mí lo fue de verdad.
— Sergio.
— Julianne, vamos a casarnos pronto, ya.
— ¿Estás loco? — Respondió riendo.
— ¡Siii, estoy loco por ti! ¡Te amo! Acompáñame en esta locura.
— Sérgio..
— Dime qué siii. Vamos. Arriesga te, no te arrepentirás.
A Julianne por un momento se le olvidó todo el estrés y se carcajeo tanto y terminó aceptando en casarse ya.
— Esta bien nos casaremos cuando tú quieras, hoy, mañana, no se, esto es una locura.
Sérgio subió al auto y llevó a Julianne a casa de sus padres, les daría la noticia de que pronto se casarían.
Llegaron a la mansión de la familia Bright y fueron recibidos por el padre de Sergio, Alexander  y Mariza Bright.
— Padre, madre. — Habló a modo de saludo sosteniendo la mano de Julianne.
— Les presento a mi futura esposa.
— Hijo, ya sabíamos que terminarían casándose. — Respondió Mariza abrazando a su único hijo y luego a Julianne.
— Felicidades hijo, y a ti también Julián.
— Gracias, señores Bright.
— Nada de señores, dime Mariza.
Julianne sonrió y continuaron conversando y planeando la boda para esa semana.
Mariza abrazando a su hijo, sus lágrimas rodaban por sus mejillas.
— Mujer, no llores, debes estar feliz, nuestro hijo se casará con la mujer que siempre amó.
— Lloro de felicidad, ya sabes lo sentimental que soy con mi hijo, y más ver qué ...
— Mariza, por favor, no más lágrimas esposa, nuestro hijo está feliz.
Mariza seco sus lágrimas, después de compartir y planear la sencilla boda, se despidió de Julianne y su hijo y salió para ir a su habitación.
— Vamos te llevaré a tu  departamento.— Dijo Sergio.
— Ya es muy tarde, y es muy peligroso quédense aquí. — Propuso Alexander.
Sergio miró a Julianne y ella asintió aceptando la invitación.
— Bien entonces vamos. — Expresó Sergio tomando  su mano y para subir las escaleras.
Entraron en la habitación de huésped donde se quedaría ella.
— Gracias Sergio, gracias por darme el tiempo necesario.
— No voy a obligarte mi mujer bonita, todo pasará cuando tú lo desees.
Sérgio abrazó a Julianne y dejó besos en su cabeza.
Julianne lo miró fijamente y vio tristeza en sus ojos.
Acarició su rostro y Sergio unió sus labios a los suyos.
"Por qué esa tristeza en sus ojos? — Pensó mientras respondió a ese dulce beso.

Apuesta Por Una Noche  (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora